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Actualizado: 1 de junio de 2025
De retorno en Lima, Asunción, La Paz, Río, Méjico, etc., estos embajadores contarán las maravillas de nuestra rápida evolución social y económica, el refinamiento de nuestra vida, nuestros progresos sorprendentes.
Las creencias son así un producto fatalmente pasajero del entendimiento humano en crecimiento incesante desde que se puso en marcha huyendo del mal y buscando el bien. Todo lo que ha sido materia de los terrores y de las esperanzas de los hombres en una época o en un estado de la evolución progresiva de la humanidad civilizada, ha perdido su valor en las subsiguientes.
Aceptemos, como si lo hubiésemos presenciado, como si hubiésemos sido testigos oculares de sucesos tan felices, que, en determinado momento, de súbito o con lentitud, por evolución suave o como se quiera, el mono de cierta clase se transformó en antropoide o en antropisco, estúpido y alalo todavía, y que un poco más tarde, por procedimientos análogos, el antropisco o antropoide adquirió la palabra, se soltó a hablar y se convirtió en hombre hecho y derecho.
La flamante aristocracia, o dígase la superhumanidad, no quiere el Sr. Gener que surja por revolución, sino por evolución, siguiendo el camino del progreso, que sin dada llevamos ahora; pero si no seguimos el buen camino y nos hemos extraviado, no se comprende de qué suerte hemos de llegar al superhumanismo por más evoluciones que se hagan.
La ostra era una de las primeras manifestaciones de vida en el planeta, una de las primitivas formas de la materia orgánica, flotante aún, incierta y desorientada en su evolución, sobre la inmensidad de las aguas.
Considerando ahora esta evolución de la vida, dentro de tan ancho espacio, bien podemos declararla año máximo, del cual vivimos, por dicha, en la Primavera. La primavera de este año máximo empezó, según sabios muy acreditados, hace veinte millones de años menores y usuales. Entonces apareció el primer ser organizado.
Yo seguía un procedimiento semejante para que se enterara ella de que no la echaba en olvido un solo momento; y así fomentaba y tenía en incesante cultivo este delicado fruto de mi transcendental evolución, dentro de los límites que yo me había trazado para eso.
Sería más fácil penetrar en las entrañas de la piedra y sentir la secreta atracción de la cohesión y la fuerza, o escuchar el latido de la planta en que la evolución tiende a la vida. Cuando su inteligencia quería bucear en lo hondo de su pensamiento, le veía poblado de formas extrañas que le hostigaban con las maldecidas preguntas de la duda.
Pero que, si por el contrario, era yo un positivista convencido, creyendo en la evolución constante y por lo tanto en el encadenamiento de los seres organizados, tendría que ser lógico admitiendo que el negro, como el caballo, como el toro o las aves se encontraba a un nivel bien inferior al nuestro y podíamos, en consecuencia, utilizarlo legítimamente en la satisfacción de nuestras necesidades ¡Pero a eso paso, usted aceptaría hasta la práctica de comernos a los negros! ¡No, porque la carne de vaca es mejor y las vacas no pueden cortar la caña ni recoger el tabaco! ¡Aquel hombre era un socialista en absoluto y no caían de sus labios sino planes de reforma con vistas a la felicidad humana sobre la tierra!...
En este alto sentido, toda ascensión de las cosas hacia mayor bien y más perfecta vida toda evolución progresiva de cierto linaje de seres, dentro de un espacio marcado y de un período de tiempo mayor o menor, es una primavera. Las cosas, miradas en su totalidad, se mueven, sin duda, en círculo y vuelven al punto de donde partieron. En el todo no cabe progreso.
Palabra del Dia
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