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Actualizado: 28 de mayo de 2025
El amor propio adopta muchas veces el disfraz del amor por pura satisfacción de orgullo. Y esto lleva a muchas señoritas a admitir y hasta a estimular las insinuaciones del hombre, que toma por sentimiento real los fingimientos de que es víctima en forma de sonrisas prometedoras, de miradas simulando aquiescencia, de gestos y signos, en fin, que expresan lo contrario del verdadero propósito.
Por desgracia, hacemos todo lo contrario, y en no pocas ocasiones tal parece que nuestra única misión sobre la tierra consiste en estimular á los revoltosos.
Aquélla es la célebre Fontana de Oro, café y fonda, según el cartel que hay sobre la puerta; es el centro de reunión de la juventud ardiente, bulliciosa, inquieta por la impaciencia y la inspiración, ansiosa de estimular las pasiones del pueblo y de oír su aplauso irreflexivo. Allí se había constituido un club, el más célebre é influyente de aquella época.
Convengo en que un fervoroso patriotismo, herido y exaltado por recientes desventuras, y el deseo de estimular a la patria y de excitarla a grandes acciones, sacándola de la flaqueza y del marasmo en que tal vez ha caído, pueden mover a un varonil y bien intencionado escritor a zaherir y a satirizar duramente a la misma nación a que pertenece.
Melchor, que montaba el «zaino» y que había bebido más de lo habitual por estimular a sus invitados, al oír a Bando, picó su caballo y poniéndosele al lado le dijo: ¡Avisa si querés que estrene este arreador! ¡Sí!... usted está en su casa... y... ¿por qué hacen correr ese caballo por criollo, entonces?... Porque es criollo, ¿entendés «guacho»?
Al agremiarse tendrán los productores personalidad legal para poderse dirigir al Estado, á la Provincia y al Municipio, con el fin de estimular á estas entidades en la plantación de moreras, base necesaria para la propagación de la industria por ser el alimento más apropiado al gusano y para la mejor calidad de la seda, imitando en esto el laudable ejemplo dado por la Junta de Obras de este Puerto, que en diversas plantaciones, hechas en el corto espacio de tres ó cuatro años, tiene plantadas 14,000 moreras y se propone, por iniciativa de su dignisimo Presidente D. Francisco Ysern, y de su no menos digno Ingeniero Director D. Luís Moliní, plantar todas las márgenes de este productivo árbol; y al propio tiempo dando una prima á los criadores, como lo hace hoy la vecina República, que da un franco de prima por cada kilo de capullos, y como lo hicieron nuestros católicos monarcas que dieron sabias pragmáticas en las que ofrecían premios de importancia á los agricultores que hicieran mayor plantación de moreras en sus propiedades.
MÁXIMO. Verdades que han de serle muy útiles... Que aprenda por sí misma lo mucho que aún ignora; que abra bien sus ojitos y los extienda por la vida humana, para que vea que no es todo alegrías, que hay también deberes, tristezas, sacrificios... ELECTRA. ¡Jesús, qué miedo! CUESTA. Conviene no estimular con el aplauso sus travesuras. DON URBANO. Y mostrarle un poquito de severidad.
De aquellas cosas que eran el tema de sus conversaciones, todavía no conocía Verónica más que lo que había podido columbrar acompañando a su madre, no muchas veces, al paseo, al teatro, o a tal cual visita o reunión de confianza, si no con la librea de colegiala precisamente, con todas sus rozaduras frescas sobre el cuerpo, y todas las cortedades, fingimientos y desentonos a que obliga ese desairado carácter de crepúsculo invernizo: lo que se ve y se sabe de un espectáculo, mirando por los resquicios de la puerta y oyendo los rumores, del concurso, o leyendo mal y de prisa los contradictorios relatos de los obligados cronistas; parvidades y probaduras que sólo sirven para estimular y enardecer los apetitos.
Pero habiendo comprendido un presidente de Panamá la inconsistencia de no producir un artículo que se vende y circula extensamente con el nombre de su país, comenzó a estimular el cultivo de la Carludovica palmata, que produce la fibra denominada jipijapa o toquilla, de que se hacen los sombreros.
Porque los que quedaban de estos negociantes sin patente, no tenían más que elegir que entre el fuego y el agua, como había dicho el gitano. ¡Fuego! ¡fuego sobre esos descreídos! repetía el oficial para estimular a su gente ; el señor obispo ha prometido indulgencias para esta Cuaresma, y puesto que el jefe se nos escapa, aniquilemos al resto de la banda. ¡Fuego!...
Palabra del Dia
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