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Actualizado: 22 de junio de 2025
Y dirigiendo una mirada hacia los recién llegados, dijo: ¡Eh! ¿Es usted, señor Rochart? Sí, yo soy; pero no quiero que nadie me toque. Prefiero acabar así. El doctor levantó una vela, le miró e hizo un gesto. ¡Vamos, amigo mío! ¡Ha perdido usted mucha sangre, y si esperamos un poco será demasiado tarde. ¡Tanto mejor! ¡Ya he sufrido bastante en mi vida! Como usted quiera. Pasemos a otro.
Un hombre era rico ayer y hoy amanece pobre, ó porque las vacas se le mueren de peste, ó porque el río le lleva la tierra ó la siembra de guijarros. Cuando más segura tenemos la cosecha, llega una nube de piedra y nos deja sin nada. Cuando esperamos que una vaca nos dé en San Juan cría, echa un mal paso en el monte y se despeña y se la comen los buitres. Así va todo.
8 No conocieron camino de paz; ni hay derecho en sus caminos; sus veredas torcieron a sabiendas, cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz. 9 Por esto se alejó de nosotros el juicio, y justicia nunca nos alcanzó, esperamos luz, y he aquí tinieblas, resplandores y andamos en oscuridad.
Otra cosa sería si yo hubiese permitido al gozquecillo morderme más profundamente. ¿Pero, le han dado muerte? Todavía no. Esperamos a ver si su mordedura es nociva. ¿Y si lo fuese? preguntó Miguel con su siniestra sonrisa. Lo despacharíamos en un santiamén, hermano. ¿Pero no volverás a jugar con él? preguntó Flavia. Puede que sí. ¿Y si vuelve a morderte?
Una me veía de arriba abajo con aires de satisfacción maternal. La doncella, desde la puerta del corredor, donde los pajarillos cantaban alegremente, me miraba con interés. Cuando yo volvía el rostro, ella fingía componer una planta que lucía en el pretil hermosos ramilletes de encendida, flores. Ya en la puerta me gritó tía Pepa: ¿A qué hora vuelves? Te esperamos a comer.
Claramonte llamábale en 1613, en el Inquiridion que va al fin de su Letanía moral, «floridissimo ingenio de Ezija, de quien esperamos grandes escritos y trabajos, y a hecho hasta oy muchas famosas comedias». Cervantes no le elogió menos en estos dos tercetos del cap.
¡Ya lo creo! Hay de todo allí... Y a propósito, esta noche lo esperamos. Ahora me había llegado el turno de hacer medicina a mi modo. Le dije que mi propia sustancia había cumplido ya su papel curativo la noche anterior, y que no pensaba ir más. Ayestarain me miró fijamente: ¿Por qué? ¿Qué le pasa?
Nueva edición de la famosa fórmula: «Teníamos tomada casa en San Sebastián; pero...». La otra solía decir con laudable franqueza: «Nosotros esperamos a los trenes baratos de Setiembre».
¡Aquí verá usted le dije otra amabilidad y otra finura! La puerta estaba abierta y naturalmente nos entrábamos; pero no habíamos andado cuatro pasos, cuando una especie de portero vino a nosotros, gritándonos: ¡Eh, hombre! ¿a dónde va usted? ¡fuera! Este es pariente del calesero dije yo para mí. Salimos fuera, y sin embargo, esperamos el turno. Vamos, adentro.
Juntos todos en Buenos Aires, mandó el General despachar los bergantines, y en ellos todos los soldados: hizo quemar las demas naves, y guardar el hierro. Navegamos otra vez el rio Paraná arriba, y llegamos á la ciudad de la Asumpcion, donde esperamos dos años las órdenes del Rey.
Palabra del Dia
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