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8 Mas dejaré que haya de vosotros quien escape del cuchillo entre los gentiles, cuando fuereis esparcidos por las tierras. 10 Y sabrán que yo [soy] el SE

Acababan de doblar la curva del paseo en la parte de proa, y toda la calle de estribor se ofreció ante sus ojos. Maltrana se detuvo, viendo los sillones despegados de la pared y esparcidos hasta obstruir el paso.

Algún caballero se acercaba con disimulo a las habitaciones contiguas, espiando el momento de tender la mano sobre los riquísimos vegueros esparcidos en bandejas de plata.

Las sillas numerosas, siendo de notar que no se encontraban dos de una misma clase: era una escala que recorría desde la forrada de vaqueta con respaldo tallado, hasta la moderna de rejilla. En el suelo y arrimados á la pared había varias hileras de frascos de todas formas y tamaños, y esparcidos en curioso desorden yacían no pocos libros forrados en pergamino.

Por la seca hierba andaban esparcidos tapones de botellas, papeles engrasados, espinas de merluza, cascos de vaso roto, un pañuelo de seda, una servilleta gorda.

Tenía sus parroquianos la pobre mujer esparcidos en toda la ciudad.

Después de haber saludado con mucha soltura y gracia a las autoridades, fue a colocarse, como los demás lidiadores, en el sitio que le correspondía. Los tres picadores ocuparon los suyos, a igual distancia unos de otros, cerca de la barrera. Los matadores y chulos estaban esparcidos por el redondel.

El más joven de ellos, un chico de diez y seis años, al verle con la bandeja colmada y dispuesto a marcharse, se fué por detrás, y dándole un manotazo hizo saltar todos los mendrugos, que cayeron esparcidos por el suelo.

Señor Cornelio; partamos sin perder un minuto dijo el piloto . Dentro de cuarenta y ocho horas abrazaremos al Capitán, a Hans y al chino. ¡En marcha, Van-Horn! Me siento tan fuerte ahora, que andaría diez leguas sin detenerme. Recogieron los panes de sagú esparcidos entre la hierba, y se pusieron en marcha penetrando en la gran selva, que se extendía hacia el Oeste.

También veo esa bahía desde la cima á donde he trepado; allí se extiende el gran abismo azul del Océano, del cual salió la montaña, y al cual volverá tarde ó temprano. Invisible está el hombre, pero se le adivina. Como nidos ocultos á medias entre el ramaje, columbra cabañas, aldeas, pueblecillos esparcidos por los valles y en la pendiente de los montes que verdean.