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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Los llevaron á casa del gran Turco. El Quiaya del atarazonal y Sufaga iban delante de todos, á caballo. Llevaban los estandartes de galera los mismos esclavos, arrastrando por el suelo. Lo que más se sintió de aquel triunfo, y lo que más enterneció á todos los cristianos que allí íbamos, fué ver arrastrar un estandarte que llevaba la figura de Cristo.

Hemos recogido no pocas vacas y cabras en las cercanías, y será preciso batirse para que lleguen sanas y salvas a la ciudad. Hasta la vista, madre mía, mi querida Luisa, papá Juan Claudio; abrazo a todos con efusión, como si les tuviera entre mis brazosAl acabar la lectura, Catalina Lefèvre se enterneció. ¡Qué buen muchacho! exclamó la anciana ; no atiende mas que a su deber.

La expresión de su rostro había cambiado, su continente, una vez más, sumiso y desarmado, me enterneció hasta el extremo de hacerme olvidar el objeto de mi visita. Comprendería usted bien dijo con cierta turbación. Lo que importa entonces es aclarar la duda y tomar una resolución.

Entonces replicó el pajecillo: Aunque vuestra merced no conozca a esta persona, esta persona le conoce. Hoy, de mañana, pasó junto al lugar del rapto protervo, y oyó y vio a vuestra merced cuando de él se lamentaba. La persona es compasiva y excelente, y se enterneció. Ha tomado informes sobre todo lo ocurrido, y su enternecimiento se ha hecho mayor.

Este ejemplo de abnegacion sublime, de sublime heroicidad, nos enterneció de tal modo que nos aproximamos resueltamente; otros vecinos acudieron, y entre todos, en embrion, en tropel, apagamos el fuego con las manos y con los pañuelos del bolsillo. Yo estaba entre aquella gente, y hablaba á todos como si fueran individuos de mi familia.

El más pequeño lamía el cristal con éxtasis delicioso, con los ojos cerrados. Esa se llama pitisa dijo uno en tono dogmático. ¡Ay qué farol!; si eso es un pionono, si sabré yo.... También aquella escena enterneció a la Regenta. Siempre sentía apretada la garganta y lágrimas en los ojos cuando veía a los niños pobres admirar los dulces o los juguetes de los escaparates.

Allí levantó la cabeza, y enderezó lo más que pudo la mirada al ventanillo de la puerta; y tal efecto le produjo la expresión dulce y melancólica de la carita de Nieves, incrustada en el hueco, y el cariñoso interés con que le miraba a él, al ínfimo Cornias, que comenzó a inflar los carrillos y amagar sollozos; con lo cual Nieves se enterneció también algo, y ninguno de los dos articuló palabra.

Palabra del Dia

atormentada

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