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Actualizado: 5 de junio de 2025


Algunos pocos, aun con ser rudos y bárbaros, advierten los fraudes y engaños diabólicos; pero los más creen nacer esto de la gran providencia y amor que sus dioses les tienen, no obstante que toquen con la experiencia que al mejor tiempo son de ellos abandonados y vencidos y despojados de sus enemigos.

Y los grandes capitanes del presente, con sus interminables rebaños de hombres, no habían realizado mayores hazañas que el comendador Príamo con un puñado de marineros. ¡Ah, la vida! ¡Qué engaños, qué ilusiones bordamos sobre ella para ocultarnos la monotonía de su trama! Lo limitado de sus sensaciones y de sus sorpresas resulta desesperante. Igual es vivir treinta años que trescientos.

No ciertamente si será lo que aquí dicen ó lo que digan en otra parte. ¿Pero qué pierdo yo con creer á ojos cerrados? Por lo pronto, gano la tranquilidad de la casa, y bueno es, por si hay algo más allá, ir preparado á todo, sin miedo á engaños.

Quédate en paz, causadora de mi guerra, y haga el cielo que los engaños de tu esposo estén siempre encubiertos, porque no quedes arrepentida de lo que heciste y yo no tome venganza de lo que no deseo. Acabando de leer la carta, dijo don Quijote: -Menos por ésta que por los versos se puede sacar más de que quien la escribió es algún desdeñado amante.

Todo esto tiene que inferirse de lo que cada personaje dice y hace: inducción, en mi sentir, muy sujeta a engaños, por donde se ha dudado y se ha disputado siempre no poco sobre el valer moral e intelectual de muy célebres figuras históricas. Sobre D. Cristóbal de Moura no hay, no puede haber duda ni disputa.

Cristeta prosiguió: Tal vez no me perdones estos engaños, hijos de mi amor, y, sin embargo, me agradecerías los besos que ahora te diera, aunque fuesen robados a otro hombre. Te juro que no he mentido en nada.

Así lo había declarado en efecto el maestro francamente en el prólogo que puso al volumen de poesías titulado Engaños y Desengaños, publicado por nuestro joven el año anterior. Merced a este prólogo, el libro había logrado una resonancia que no alcanzan de ordinario las producciones de los poetas noveles.

En un drama de Antonio Enríquez Gómez, titulado Engañar para reinar, se desenvuelve la máxima de que, para la consecución del poder, son lícitas las intrigas y engaños más groseros, pareciendo deducirse la consecuencia peligrosa de que, para la satisfacción de las pasiones, no ya sólo del amor, sino también de los celos y de la venganza, todos los medios son buenos; pero en cuanto al amor, es preciso confesar que, por lo común, se considera como un afecto ferviente, no como un capricho frívolo.

También Blanca y el viejo Lope de Urrea acuden presurosos á la cárcel; sordos gemidos y lamentos salen de ésta; las puertas se abren, y se ve á Don Lope estrangulado, y teniendo en sus manos un papel con la sentencia siguiente: Quien al que tuvo por padre Ofende, agravia é injuria, Muera, y véale morir Quien un limpio honor deslustra, Para que llore su muerte También quien de engaños usa, Juntando de tres delitos Las tres justicias en una.

La primera comedia que este poeta escribió fué Engañar para reinar , en la cual, de mediano mérito, se ofrece á un rey de Hungría, cuyo cuñado usurpa su trono, y que, por medio de disfraces y de engaños de toda especie, recupera de nuevo el trono.

Palabra del Dia

rigoleto

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