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Actualizado: 17 de octubre de 2025
Minerva toma la figura del viejo Néstor, que hablaba dulce como la miel, y aconseja a Agamenón que ataque a Troya. Venus desata el casco de Paris cuando el enemigo Menelao lo va arrastrando del casco por la tierra: y se lleva a Paris por el aire. Venus también se lleva a Eneas, vencido por Diomedes, en sus brazos blancos.
El DUQUE DE NOCERA, luz y guia Del arte militar, es el tercero Mantenedor de este festivo dia. El quarto, que pudiera ser primero, Es DE SANTELMO el fuerte CASTELLANO, Que al mesmo Marte en el valor prefiero. El quinto es otro Eneas el Troyano, Arrociolo, que gana en ser valiente Al que fue verdadero, por la mano.
Para satisfacer la curiosidad natural de Morsamor y de Tiburcio, donna Olimpia, en presencia de Teletusa y del doncel, no tardó en contar a grandes rasgos sus aventuras. Y como donna Olimpia era tan latina y tan abastada de erudición clásica, empezó diciendo como el Eneas de Virgilio: ¡In fandum, Morsamor, jubes renovare dolorem!
Por último, después de la tal cuadrilla venía el carro alegórico del Piadoso Eneas de las Españas, mescolanza religiosa-mitológica-teatral, en la que iba una figura representando á Felipe V en forma de Eneas, otro á san Fernando y otro á la Sibila, que tenía el doble significado de representar también á la Virgen María, para aclaración de lo cual llevaba un tarjetón con estos versos: «María, mejor Sibila, no á Eneas, sino á Filipo, le muestra en Fernan tercero de que en Lis, Leon y Castillo.»
Sabel, mujer, lávelo de vez en cuando siquiera.... Por las mañanas.... Vámonos, vámonos... apremió el marqués desde la puerta, como si recelase entrar junto a la mujer y el niño . Hace falta el tiempo.... Se nos va a marchar el coche. Si Sabel deseaba retener a aquel fugitivo Eneas, no dio de ello la más leve señal, pues se volvió con gran sosiego a sus potes y trébedes.
Publicó diversas comedias, y además un tomo de entremeses: Madrid, 1664. De Antonio Manuel del Campo hay, entre otros, un drama alegórico singular, titulado El vencimiento de Turno, en el cual Eneas personifica á Jesucristo, Turno al demonio y Lavinia al alma.
Uno de los pormenores más curiosos de esta cuenta, es, sin duda, el de las esteras de eneas que hicieron veces de manteles y las dos cargas del mismo vegetal que debió servir de asiento á los comensales; costumbre poco extraña á partir de los días de D. Alonso X, que siguieron monarcas y particulares, tomándola de los sarracenos, y de la cual podrían citarse muchos ejemplos.
Dante a los nueve años escribía versos a la niña de ocho años de que habla en su Vida Nueva. A los diez años lamentó Tasso en verso su separación de su madre y hermana, y se comparó al triste Ascanio cuando huía de Troya con su padre Eneas a cuestas; a los treinta y un años puso las últimas octavas a su poema de la Jerusalén, que empezó a los veinticinco.
Y, puesto caso que durmiese y no despertase, en vano sería mi canto si duerme y no despierta para oírle este nuevo Eneas, que ha llegado a mis regiones para dejarme escarnida.
-También pudieran callarlos por equidad -dijo don Quijote-, pues las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qué escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia. A fee que no fue tan piadoso Eneas como Virgilio le pinta, ni tan prudente Ulises como le describe Homero.
Palabra del Dia
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