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¿Uno y otro no debían aconsejarla que salvara al hombre amado y al correligionario? También eso era cierto. Si el Príncipe había muerto a la Condesa, la joven debía intentar salvarle, tanto por amor al hombre, como por amor al partido. Bien; pero ¿y la prueba? ¡Ah! ¡la prueba! ¡Hay que encontrarla todavía!

La hermosa Alfreda es otro drama, que participa de las bellezas y defectos de los mencionados. El rey Federico, enamorado de la princesa Alfreda de Cleves por haber visto un retrato suyo, encarga al conde Godofredo que se encamine á Cleves, y que pida á la Princesa para esposa suya, en caso de encontrarla tan bella como aparece en su retrato.

Entonces es preciso que ella sepa esto inmediatamente contestó llena de simpatía la respetable señora. Debemos, cueste lo que cueste, encontrarla, y decirle todo. , hay que tener una reunión, y ella, por su parte, debe confesarle a usted sus sentimientos.

Su mujer era como él me había dicho una mujer joven y agradable: hasta puedo decir que me causó sorpresa encontrarla más bella que lo que me había figurado atendiendo a las opiniones sistemáticas de Agustín sobre los atractivos exteriores de las cosas.

La gran verdad, resumen de todas las experiencias de la vida, la verdad que buscamos a tientas y desechamos muchas veces al encontrarla; la que sólo reconocemos en el último momento, cuando ya es imposible recomenzar y los errores no tienen remedio, salía de su boca llorosa: «Renuncio a mi divina ciencia y se la doy al mundo.

Feijoo estuvo cosa de un mes buscándola y al fin pudo encontrarla. Si Fortunata, empezando por conformarse, acabó por sentirse bien, D. Evaristo estuvo desde luego muy a gusto en aquella vida. «Yo no soy celoso le decía , y aunque no pongo mi mano en el fuego por ninguna mujer, creo que no me faltarás, como no se descuelgue otra vez el danzante de marras.

Dios no infunde en el corazón humano sentimientos tan dulces, tan puros y tan hondos como los que había infundido en el suyo, para que se conviertan en semillas de negros y dolorosos desencantos. Por eso se habían realizado allí sus esperanzas de encontrarla. El sitio era lo de menos, porque en alguno de la tierra había de ser.

Hay cosas de que no se puede dudar, porque su evidencia está encarnada en nuestro ser, y dudar de ellas es algo semejante á la muerte. Vamos á buscarla. ¿Dónde? Vamos á buscarla. Por lo mismo que no conoce á nadie, es más fácil encontrarla. Estoy seguro de que la encontraremos. Recorreremos todas las calles, preguntaremos á la policía, nos informaremos de todo el mundo dijo Lázaro.

Cayó, sin vida, encima de un rosal, v me costó encontrarla, porque las flores que ella lastimó al caer la cubrieron de hojas.... ¿Toda la cubrieron? Toda; y así, cubierta de rosas, la hice enterrar.... ¡Ya no hay nétigua!... Carmen, con voz de maravilla, repitió como un eco: ¡Ya no hay nétigua! Y, con la cara radiante, posó otra vez en la almohada su cabeza peregrina.

Después ya no se volvía a encontrarla hasta el año siguiente por la misma época y en el sitio mismo, al punto que parecía ser el mismo emigrante que retornaba. Las tórtolas llegaban en mayo, al mismo tiempo que las abubillas o cucos.