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Actualizado: 8 de octubre de 2025
Retrocedió con espanto al interior de su celda; sacó precipitadamente cartas y papeles, encendió lumbre, y en poco más tiempo del necesario para contarlo, hizo un auto de fe que redujo a cenizas preciosos documentos, cartas elocuentes fechadas en el Carrascal, en la Amezcua, en la Borunda y en los Alduides, curiosísimas notas y apuntes.
Voltaire dice de ellos: «Tienen escritores de un mérito raro, sabios, hombres elocuentes y genios.» D'Alembert: «Los jesuítas se han empleado con éxito en todos los géneros: elocuencia, historia, antigüedades, geometría y literatura profunda y agradable. Apenas hay disciplina en que no cuenten ellos hombres de primer orden.»
Aquellas figuras parecen agitadas por una corriente oculta de electricidad nerviosa; sus miradas son vivas y elocuentes; sus sonrisas expresivas, su actitud imita enteramente la vitalidad.
Los clubs, que comenzaron siendo cátedras elocuentes y palestra de la discusión científica, salieron del círculo de sus funciones propias aspirando á dirigir los negocios públicos, á amonestar á los gobiernos é imponerse á la nación.
Ya ve usted que esto no vale la pena ni de decirlo; pero no encontrará usted menos justo que yo la arroje de mi casa, mientras espero que sus elocuentes declamaciones me hayan desengañado del todo de ciertos miserables prejuicios a los que tengo la debilidad de atenerme aún un poco.» «Ese sarcasmo es injusto le he contestado en un asunto como éste, en que se trata nada menos que de perder para siempre a una joven irreprochable; pero no es a mí a quien toca justificarla, y no dudo que la señora priora hará el sacrificio de su modestia a un interés tan precioso; ella conoce el motivo que conduce todos los días a Adela a la aldea, y la ironía ha encontrado, sin saberlo, la expresión justa cuando ha calificado de inocentes visitas el viaje oficioso de la caridad.»
Pronto hubo de sospechar que si Baldomerito no le hablaba de amor explícitamente, era por pura cortedad y por no saber cómo arrancarse; pero que estaba enamorado hasta las gachas, reduciéndose a declararlo con delicadezas, complacencias y puntualidades muy expresivas. Sin duda el amor más sublime es el más discreto, y las bocas más elocuentes aquellas en que no puede entrar ni una mosca.
Mire usted que ya no soy lo que antes era: de cordera, me he vuelto loba. Ya no soy noble, Sr. D. José; ya no soy noble. Pero aunque no seas noble, no serás capaz de ultrajar a tu pobre viejo, a tu padre...». Acompañadas de lágrimas, estas palabras eran harto elocuentes.
Preguntó, con este motivo, si había dos Congresos de diputados en Madrid, y que en dónde se pronunciaban aquellos discursos tan arregladitos y tan elocuentes que él acostumbraba á leer; y cuando supo algo de lo que pasaba en la redacción del Diario de Sesiones: «¡Cáscaras! dijo, pues con un buen redactor, también habría oradores en el concejo de mi pueblo.»
Recordaba la historia de sus famosos Girondinos de la revolucion francesa, mártires de una religion política, cuyas ideas, cuyos hechos y cuyo sacrificio sublime habian interesado vivamente mi espíritu y mi corazon, y cuya suerte me ha parecido siempre una de las mas elocuentes enseñanzas que la historia puede ofrecer á los pueblos y los partidos en agitacion.
Mi tío y Juno, completamente rígidos en cuanto al capítulo de las conveniencias sociales, me dirigían algunas reprimendas elocuentes; pero se las llevaba el viento. Con una tenacidad verdaderamente desoladora no perdía la ocasión de hacer un disparate o decir alguna majadería. Has estado muy inconveniente con la señora de A *, Reina. ¿En qué, hipócrita Juno?
Palabra del Dia
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