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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Verdad es que el siglo tapicero necesita de dos elementos para brillar: del judío cambalachista e importador, del brocateur, como le llaman los franceses, y del burgués fatuo que compra y colecciona y que se da por fino y sagaz conocedor de lo viejo, de ese inestimable vieux, que todos se disputan, aun a riesgo de que resulte apócrifo.
Jamás se había conocido ni se conocerá un propietario más propietario que don Pedro Miranda. Las instituciones de derecho vigente, las del derecho antiguo, las universidades, el ejército, la marina, la constitución política y hasta la religión, no tenían razón de ser a sus ojos sino como elementos que de un modo directo o indirecto afianzaban aquellos derechos.
Pero Julieta era más difícil de someter de lo que a su padre se le había figurado hasta entonces. Bajo aquella capa de glacial desdén, se ocultaron siempre un corazón fogoso y una voluntad de hierro. Sólo había faltado a estos elementos, para dejarse sentir en toda su fuerza poderosa, algo que los estimulara. Este estímulo le tenía ya en Arturo, en su recuerdo gratísimo.
A estos elementos de antagonismo se añadía otra causa no menos grave; tal era el aflojamiento de todo vínculo nacional, producido por la revolución de la Independencia. Cuando la autoridad es sacada de un centro para fundarla en otra parte, pasa mucho tiempo antes de echar raíces.
En estas obras, que pueden calificarse como las más perfectas suyas, se concede igual lugar al conjunto de sus hechos ó sucesos, á la idea general predominante, y á cuanto se relaciona con los caracteres, no sobresaliendo ninguno de estos elementos, sino, al contrario, juntándose todos para formar un conjunto harmónico.
No hay duda de que sólo convirtiendo el tiempo presente en base de la acción, y buscando en él los elementos poéticos, es posible crear el verdadero drama nacional; pues éste, que debe encaminarse á mover el interés, del auditorio, ha de renunciar á todo aquello, que no sea comprensible al mismo y no le haga viva impresión, valiéndose de los sucesos y recuerdos de épocas anteriores ó de pueblos extraños, sólo en cuanto se asemejan á lo presente y puede ser entendido por los espectadores.
Diríase que existe un armazón de madera, en lugar de un rollo de carne y huesos, debajo de aquella docena de sayas y de aquellos pañuelos estiradísimos.....; pañuelos de Lucifer, sujetos al jubón con mil alfileres, á fin de garantir la honestidad contra los cuatro elementos, contra los cinco sentidos y hasta contra un terremoto. En los cortijos no se pela la pava por la ventana.
La tierra, por medio de su gran marea y de las mareas parciales, habla á los planetas sus hermanos. ¿Contestan éstos? Debemos pensar que sí. Con sus elementos flúidos deben asimismo levantarse, sensibles al esfuerzo de la tierra. La atracción mutua, la tendencia de cada astro á sacudir su egoísmo, debe crear á través de los cielos diálogos sublimes.
Pues bien, si apesar de los elementos enumerados, no se puede tener aun una idea exacta del pasado peruano-boliviano, ¿qué diremos sobre el de los territorios que hoy componen la República Argentina, en la que recien empiezan los estudios arqueológicos? No tenemos viejas crónicas que nos cuenten las tradiciones pre-colombianas.
Las ideas de ser y no ser, entrando en todas nuestras percepciones como elementos primordiales, engendran la idea de tiempo; y por esta razon la encontramos en lo mas íntimo de nuestra alma, como una condicion á que no podemos sustraernos, y de la cual no alcanzamos á eximir al mismo Ser infinito, sino por un esfuerzo de reflexion.
Palabra del Dia
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