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Actualizado: 8 de octubre de 2025
De una de las raíces de la torre sube culebreando por el alambre vibrante la electricidad, que enciende en el cielo negro el faro que derrama sobre París sus ríos de luz blanca, roja y azul, como la bandera de la patria. En lo alto de la cúpula, ha hecho su nido una golondrina.
No sé si es espíritu lo que en él obra tales maravillas; no sé si es magnetismo, sonambulismo, electricidad ó cosa parecida; pero lo cierto es que hay en aquel hombre un instinto maravilloso, unas matemáticas que nadie le ha enseñado; unas matemáticas que vienen de Dios.
Todos los medios conocidos empleó la domadora para domesticar a Cónsul: el hambre, los golpes, el fuego, la electricidad, los gritos, las caricias... Pero sólo consiguió que el antiguo gigante de los bosques, la conociese, respetase y siguiera. Con los extraños, Cónsul se mantenía siempre en su antigua ferocidad, y tanto, que no se le podía sacar de su jaula...
Era dogma suyo que todas las cosas son lo mismo, y que la diferencia de ellas es más aparente que real y más somera que profunda. Produce la diferencia de las cosas una fuerza que vive y se agita en ellas, ocultando la raíz de su ser, y que, según sus varios efectos y operaciones ya se llama calor, ya luz, ya electricidad, ya magnetismo, de donde transformaciones y mudanzas y vida y muerte.
Sin gran predilección ni por los unos ni por los otros, les presta y vuelve á tomarles la electricidad, la luz, extrayendo ese fuego de chispas y ese infinito de pálidos resplandores que, hasta bajo las noches polares, constituye su magia siniestra.
Su sombrero se ladeaba; los bucles de su cabellera intentaban escapar, erizados y estremecidos por las corrientes de humana electricidad que serpenteaban entre sus raíces. Parecía tener diez años más. Pero una segunda voz interior emitía otra opinión. «Sí, muy fea... ¡pero tan interesante!» Seguramente que al levantarse de la mesa volvería á ser la Alicia de siempre.
Y en efecto, siento una intranquilidad tan grande en mi alma y en mi cuerpo, como si tuviera una pila de electricidad en la cabeza y otra en el corazón. ¡Dios mío, por darle un beso, aunque fuese en su lindo pie desnudo, renunciaría á todas las dichas de este mundo! Por besar su cuello blanco y perfumado me parece que daría también las del otro. Hoy hemos dado un paseo relativamente largo.
Pero para lo fuerte tienen hombres; para hervir los metales, para hacer ladrillos de ellos, para ponerlos en la máquina delgados como hoja de papel, para las máquinas de recortar en la hoja muchas cucharas y tenedores a la vez, para platearlos en la artesa, donde está la plata hecha agua, de modo que no se la ve, pero en cuanto pasa por la artesa la electricidad, se echa toda sobre las cucharas y los tenedores, que están dentro colgados en hilera de un madero, como las púas de un peine.
A medida que se va dilatando el campo de la experiencia, se descubren nuevos fenómenos: ahí están los de la atraccion magnética, de la electricidad, y del galvanismo.
Bástele a V. saber que se trata de un nuevo sistema de locomoción marítima, sin ayuda de remos, velas, vapor ni electricidad. »La mañana estaba hermosísima; miles de curiosos llenaban los muelles; el lanchón de los holandeses, que surcaba las aguas con pasmosa velocidad, pasó junto al bote en que venía Manuel.
Palabra del Dia
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