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Actualizado: 21 de julio de 2025


El señor cardenal anterior a éste, que en santa gloria esté y se llevó la mano al bonete , también había corrido muchas tierras; un «moderno» que, a vivir más tiempo, hubiese acabado por poner luz eléctrica en las naves de la catedral.

Eran sus frases rápidas y entrecortadas conforme a la emisión de su pensamiento, que era una especie de emisión eléctrica. Muchas veces Sofía, al pedirle su opinión sobre cualquier cosa, decía: «A ver lo que piensa de esto la Agencia Havas».

Nunca he visto medusa tan grande: parece un gran paraguas dijo. Pues aún las hay mayores dijo el Capitán , y que brillan por la noche como si llevaran en la bolsa una lámpara eléctrica. ¿Son gelatinosas esas medusas? preguntó Hans. Tan extremadamente gelatinosas son, que no pueden conservarse.

De esta suerte, casi por medio de una conmoción eléctrica, casi por medio de una sutilísima e inexplicable intuición se percata el que es amado de que es amado, y luego, cuando se resuelve a hablar, va ya sobre seguro y con plena confianza de la correspondencia.

Más había; aquella señora que hablaba de grandes sacrificios, que pretendía vivir consagrada a la felicidad ajena, se negaba a violentar sus costumbres, saliendo de casa a menudo, pisando lodo, desafiando la lluvia; se negaba a madrugar mucho, y alegando como si se tratase de cosa santa, las exigencias de la salud, los caprichos de sus nervios. «El madrugar mucho me mata; la humedad me pone como una máquina eléctrica». Esto era humillante para la religión y depresivo para don Fermín; era, de otro modo, un jarro de agua que le enfriaba el alma al Provisor y le quitaba el sueño.

Y la verdad es que el mar no comprende las pasiones á medias. No qué embriaguez eléctrica se encierra en él, que quisiéramos absorber cuanto contiene. Renacimiento del alma y de la fraternidad. Tres formas de la Naturaleza dilatan y engrandecen nuestra alma, sácanla de quicio y la hacen bogar en el infinito.

Unos se iban y otros ocupaban sus puestos; pero se diría que siempre eran los mismos; tal semejanza había entre ellos, al fulgor de la luz eléctrica, en medio del ruido incesante y del olor de los perfumes y del vino. No de otra manera, durante una nevada, caen ante los cristales de una ventana iluminada millares de copos de nieve.

¡, bajo sus ruinas, , Isagani! ¡por Dios, ven! ¡te lo explicaré despues, ven! otro que ha sido más desgraciado que y que yo, los ha condenado... ¿Ves esa luz blanca, clara, como luz eléctrica, que parte de la azotea? ¡Es la luz de la muerte! Una lámpara cargada de dinamita, en un comedor minado... ¡estallará y ni una rata se escapará con vida, ven!

, metal terrible, compras la sublime Concepcion de Murillo, pero no la pintas; compras el Quijote, pero no lo escribes; compras el pensamiento de Santa Teresa, pero no lo creas, ni lo juzgas. Compras la chispa eléctrica, pero no sientes su calor divino; compras la flor sencilla y perfumada; pero no sientes su divino aroma. ¡Gime, tirano de mi siglo, gime!

Don Juan cree asistir a la resurrección de su antigua Cristeta, la que salía del teatro en su primera época de comedianta pobre. No se ha equivocado; ella es. Dame el brazo le dice en voz baja y acercándose. Cristeta obedece, y el galán, al rozar el cuerpo de su amada, siente algo parecido al latigazo de una descarga eléctrica. La mujer tiembla pudorosamente, pero sin medrosa hipocresía.

Palabra del Dia

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