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Actualizado: 22 de julio de 2025


Hija, no si me explico, pero eres perspicaz y me irás entendiendo. Otro grave peligro nace también de tu método de educar. La conciencia se halla con él más apercibida y precabida para la lucha; pero al mancharlo todo, se mancha; al inficionarlo todo, se inficiona; al presentir en todo un delito, una impureza, provoca y hasta evoca las impurezas y los delitos.

Los gobiernos al propagar la instruccion, al educar á todas las clases, y á todos los individuos, no hacen mas que cumplir con su deber; para algo se han reunido los hombres en sociedad: no es solamente con el objeto de pagar los impuestos y soportar las cargas de la nacion; el estado por su parte, les debe proteccion, defensa de sus derechos si son atacados, instruccion gratuita; es un deber imprescindible, y faltan á todo lo pactado los gobiernos que no lo práctican, y cometen una usurpacion, y autorizan á los pueblos á no reconocer su autoridad.

Las causas del cambio de Clara eran vagas y confusas; pero Doña Blanca reconocía que de su modo de educar á Clara, de su involuntario y tenaz prurito de mortificarla y asustarla con los peligros del mundo y con su propia condición de pecadora, y de aquel duro yugo que desde la infancia había hecho pesar sobre la conciencia de su infeliz hija, provenía en gran parte la situación en que se hallaba.

He cumplido el encargo que tu padre me ha dado, el cual, entre paréntesis, es muy débil contigo..... ¡pero muy débil! más de cien veces se lo he dicho..... eres un chico que hay que educar virga férrea, y si no, llegarás a dar muchos disgustos.....

Murió hace dos años, luego de haber hecho una buena fortuna y educar a la familia como Dios manda. Un hijo suyo es doctor y dicta clases en la Universidad. Muchas veces he leído su nombre allá en París, cuando doy un paseo hasta la Avenida de la Ópera y echo un vistazo a los diarios argentinos en el Banco Español.

Y no puede negarse que para educar y perfeccionar a cuantos seres la rodeaban poseía aptitud pasmosa. Ya hemos visto los milagros que obró en su D. Joaquín. En su confidenta, que las malas lenguas suponían su Enone, hizo también maravillas. Era una francesa que antes de entrar en su casa se había sustentado dando lecciones del propio idioma y del inglés, que sabía casi con igual perfección.

Porque aquel hidalgo de cepa vieja sentía a la vez gana ardentísima de casar a las chiquillas y un orgullo de raza tan exaltado, bajo engañosas apariencias de llaneza, que no sólo le vedaba descender a ningún ardid de los usuales en padres casamenteros, sino que le imponía suma rigidez y escrúpulo en la elección de sus relaciones y en la manera de educar a sus hijas, a quienes traía como encastilladas y aisladas, no llevándolas sino de pascuas a ramos a diversiones públicas.

Ella estaba acongojada: si fuese siquiera una enfermedad repentina, que se lo llevara Dios en pocos días... vamos, sensible era siempre quedar una mujer sola, con dos hijos que educar, sin tener a su lado hombre alguno... ¡Pero verle padecer tanto tiempo, consumirse poco a poco, sin esperanza ninguna!...

Nadie como los hombres que se dedican a la enseñanza tienen tanto interés en conocer la mentalidad de la sociedad en que viven y a la que tienen el deber de educar.

Afirmaba doña Inés que ella había deseado y deseaba siempre buscar un santo retiro; pero ya que no podía ser por las mil obligaciones que había contraído y que le era indispensable cumplir por enojosas que fuesen; porque tenía hijos que criar y educar, marido de que cuidar y hacienda que ir conservando y mejorando, a fin de transmitirla a los que habían de heredar un nombre ilustre, que deslustrarían al quedar huérfanos y abatidos por la villana pobreza.

Palabra del Dia

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