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Actualizado: 22 de junio de 2025
A pesar de esto no puede dudarse que habia algun enlace entre los dos fenómenos, ya que infinitas veces se ha observado que el uno seguia al otro; lo que no puede explicarse por una mera casualidad.
La colección epistolar mencionada, de cuya autenticidad no puede dudarse, porque el mismo Durán asegura haberla copiado de las originales autógrafas de Lope, y que además ofrecen signos y caracteres intrínsecos muy fidedignos, contiene muchas noticias insignificantes; pero hay otras útiles para completar y confirmar la biografía de Lope.
La voluntad era la facultad dominante, característica de su espíritu; todas las demás, el entendimiento, la sensibilidad, la memoria, estaban avasalladas por ella, hasta poder dudarse algunas veces de si existían. Ante el capricho más insignificante, la ternura y hasta el amor maternal huían a esconderse; pero sería injusto afirmar que estaba desprovista de ellos.
No podía dudarse que el fin del anciano se aproximaba, pero la vida había tomado posesión muy fuertemente de aquel enérgico corazón, para desprenderse de él, sin una lucha obstinada. El doctor había anunciado que la agonía sería larga.
Fortunata notó en la cara apacible de la fundadora cierta severidad estudiada, y para romper aquel hielo, dijo lo siguiente, cuya oportunidad podría dudarse: «Este sí que es el Pituso legítimo, el de la propia tía Javiera, ¿verdad, señora? ¡Ah!, ¿no sabe? En cuanto mi tío José oyó decir que usted venía, salió de carrera, como alma que lleva el diablo». Por el miedo que me tiene.
Rehechos todos de esta violenta emoción, el primer grito fue el de preguntar dónde estaba el maldito, y correr a la orilla. Una tartana, con las velas rojas, empavesada como en un día de fiesta, se balanceaba a lo lejos... Era él, no podía dudarse . ¡Al puerto! ¡al puerto! y se precipitaron hacia el embarcadero para volar en su persecución. ¡Pero allá, gran Dios, qué espectáculo!
Y en realidad, atendidas las actuaciones que formalizó el coronel D. Joaquin de Espinosa, mientras tuvo á su cargo el gobierno de la plaza; y presidio de Valdivia, parece no deba dudarse de la existencia de tales poblaciones ó colonias, para cuyo esclarecimiento y evidencia hasta reconocer el dicho uniforme, y la atestacion antigua y moderna de los caciques y principales indios que han trabado amistad con los españoles de la mencionada plaza.
Era su estilo ampuloso, sonoro, claro en apariencia, turbio en el fondo, meloso siempre y seductor por estudio; y saltaban a la vista, en el momento de fijarla en sus columnas, las palabras orden, progreso, paz, religión y patria... Era, en substancia, la representación escrita del espíritu yerto de la época en que se daba a luz; pero hasta el punto de dudarse si procedía de tal padre, o, al contrario, si era él quien había formado ese espíritu; quien alimentaba y nutría el alma de esa nueva raza, verdadera plaga del siglo que corre; raza sin convicciones, sin fe, sin entusiasmo; que llaman orden a todo cuanto le garantiza una tranquila digestión, y progreso a cuanto redunda en aumento de su caudal; que entiende por patria su hogar doméstico, y por sociedad, un conjunto de ciudadanos matriculados para vender y comprar, tranquilamente, fardos de algodón, harinas de Castilla o papel del Estado; raza que transige con todo, menos con que se suba un cuarto la libra de pan.
Palabra del Dia
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