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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Lejos de la mentecatez y la envidia, no tardará mi nombre en correr por toda España. Mi saber saldrá de la cueva cabildera cual generoso vino olvidado, y encenderá, por doquier, el espíritu de los hombres.
En el amplio y extenso patio, no vimos ni un mausoleo, ni un monumento, ni una lápida, ni una fecha, ni una inicial, ni nada que recordase un nombre. ¡Hierbas y musgos por doquier!... ¡Eterno olvido! Recordando las sentidas estrofas, que la soledad del campo santo inspiraron al malogrado Becquer, volvimos al pueblo.
Tupida y alta maleza crecía por doquier, respetando, tan sólo, uno que otro espacio cubierto por restos de quebradas losas, que, así esparcidas entre la hierba, hacían pensar en el osario de ruinoso convento. El hidalgo no pensó nunca en reparar el abandono de aquel recinto, donde él mismo se holgaba, como en inculta campiña.
¿Cómo no ha de ser poeta el que presencia estas escenas imponentes: «Gira en vano, reconcentra su inmensidad, y no encuentra la vista en su vivo anhelo do fijar su fugaz vuelo como el pájaro en la mar. Doquier campo y heredades del ave y bruto guaridas; doquier cielo y soledades de Dios sólo conocidas, que El sólo puede sondar» ,
Todo era allí monumento, como en algunos barrios de Ferrara, Pisa y Florencia. Por todas partes alzábanse padrones de historia militar, de devoción, de aristocracia ó de ciencia, según la arquitectura y destino de cada edificio. ¡Oh! No podíamos negarlo: estábamos en la Atenas castellana: estábamos en Roma la Chica. ¡Doquier piedra, silencio y soledad!
A fines de mayo es cuando los bosques de las montañas de Langres se muestran en toda su gloria y el tiempo convida como nunca al paseo. Un suave vientecillo había secado los caminos; el cielo, de un azul purísimo, sonreía, por encima del renaciente follaje; bordaban toda clase de flores las márgenes de los caminos y los pajarillos cantaban por doquier.
No hay nada que hable tanto al corazón como los cambiantes que ese espectáculo desarrolla en su gigantesco panorama. Rizadas olas por doquier, reflejando en su seno colores indefinibles que salpican el firmamento, bulliente estela revolviendo entre su espuma tintes oscuros, graznidos lúgubres de pájaros marinos, y parduscos horizontes que se estrechan, forman el imponente y majestuoso cuadro.
Ya han hollado mis pies muchas espinas, y aunque avanzo llorando en mi camino, sólo encuentro doquier sombras y ruinas, tristes, como las tintas vespertinas, y obscuras, cual la voz de mi destino. ¿Qué me resta sufrir?... En mi amargura, ¿Dónde tender la vista lacrimosa sin que encuentre mi propia desventura? ¡oh!... ¿Como descansar de esta tortura el alma que no vive ni reposa?
Fastidiado el señor Cané, cuando, en la flor de la edad ha recorrido las más altas posiciones de su país, no encontrando por doquier sino sonrisas, no pisando sino sobre flores, ¡niño mimado de la diosa Fortuna! ¿No será quizá ese aparente fastidio un verdadero lujo de felicidad?...
Herido por doquier, desventurado sin reposo, la seguía constantemente y cuando eso no me era posible la echaba de menos desolado, maldecía a los que me disputaban su presencia y me desesperaba. Algunas veces me rebelaba sinceramente contra costumbres en las cuales me disipaba sin fruto, que no contribuían gran cosa a mi felicidad y me quitaban un resto de razón.
Palabra del Dia
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