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Actualizado: 25 de mayo de 2025
La prisa, la rapidez, diré mejor, es el alma de nuestra existencia, y lo que no se hace de prisa en el siglo XIX, no se hace de ninguna manera, razón por la cual es muy de sospechar que no hagamos nunca nada en España.
26 El que me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Al que me sirviere, mi Padre le honrará. 27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora; mas por esto he venido en esta hora. 28 Padre, clarifica tu Nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y lo he clarificado, y lo clarificaré otra vez.
Este no es el tiempo, no es tampoco el espacio mismo, pues que el espacio no se mueve: luego su idea es distinta. Á esto debe responderse: 1.º Que yo hablo de la extension, nó del espacio solo; lo que importa tener presente por lo que despues diré. 2.º Que lo único que la ciencia considera como cosa movida, es un punto.
Lo hago únicamente por ti, a quien quiero, no diré más que a mi hija, porque los hijos... ¡Oh, los hijos!... Tú ya sabes lo que son... pero tanto, por lo menos... y a quien estimo mucho más... Gonzalo, enternecido, se dejó caer en una silla. Comenzó a sollozar como un niño, con el rostro entre las manos.
Y diré, para terminar, que si el lector visita la galería de retratos de Burlesdón, verá entre los cincuenta pertenecientes a los últimos cien años, cinco o seis, el del quinto Conde inclusive, que se distinguen por la nariz larga, recta y aguzada y el abundante cabello de color rojo obscuro.
Susana díjele colocándome delante de ella, con aire resuelto, ¿conque yo soy rica? ¿Quién os ha dicho tal sandez, señorita? Eso no te importa, Susana; lo que quiero es que me contestes y me digas dónde vive mi tío de Pavol. ¡Quiero, quiero! rezongó Susana, se acabó la niña a fe mía. Ídos a pasear, señorita; no os diré nada, porque nada sé. Mientes, Susana, y te prohíbo que me contestes así.
¡Vendida!... ¡Ah!... exclamó Fortunata con nuevo terror . Mira tú por qué esa mujer no me gustó cuando la vi esta mañana. Es muy adulona, muy relamida, y tiene todo el aire de un serpentón... Pues nada, le diré a mi marido que no me gusta, y mañana mismo la despido. Eso... y viva el caraiter.
Si me niega el derecho de casarme con quien me dé la gana, ya le diré yo cuántas son cinco.
Después punto en boca. ¿Qué casa era esa de la Concepción Jerónima...?». Pero, hija, ¿qué te importa?... Bueno, te lo diré. No tiene nada de particular.
Yo he estrenado un drama con inenarrable éxito. Yo tengo un estómago delicado. Esta última superioridad es la que todos le reconocen. A eso voy. Yo necesito beber agua de Vichy en las comidas. Yo comprendo que, cuando vamos en fila al refectorio, yo, el único, con mi botella de agua de Vichy en los brazos, todos los demás me envidian, y diré más, hasta me aborrecen.
Palabra del Dia
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