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Acabada la comida, se fueron solos todos, porque en toda esta caterva no habia dos que se pudieran sufrir, ni se hablaban mas que en las casas de los ricos que á su mesa los convidaban. Creyó Babuco que poquísimo se perdia con que pereciese toda esta landre en la general destruccion.

Espacio grande y desembarazado, luz abundante en todas partes, techado sólido y de buen aspecto, esto es, de dificil destruccion por el agua ó por el fuego, y de esa forma augusta tan magestuosamente adaptada por el antiguo pueblo-rey al cerramiento de los vanos en sus termas, en sus cloacas, en sus arcos de triunfo, en sus anfiteatros, en sus templos, en todos sus edificios públicos al parecer imperecederos; por último, puntos de apoyo de poco diámetro y grande altura: aquí los datos al primer aspecto contradictorios é inconciliables que tenia que reunir la arquitectura religiosa para satisfacer las necesidades del culto cristiano.

Hubo un momento de terror indecible, como debió de haberlo en el templo de Jerusalén, y toda aquella profusión de lujo y de poder quedó destruida y condenada, fantásticamente, en silencio, sin voces, sin gritos, sin dolor físico, sin que lo advirtieran los sentidos. No fue la destrucción en la realidad tangible de las cosas, sino en la íntima realidad de las conciencias.

Las ballenas y cetáceos no desdeñan semejante presa; persíguenla, se introducen en los bancos; con sus bocazas absorben por toneladas el enjambre infinito que sin disminuir por eso huye en dirección de las costas. Allí se opera otro género de destrucción mayor todavía. La pescadilla se llena, se harta de arenques y engorda; otro tanto sucede con el abadejo.

Los fenicios habían robado a Io, hija de Inaco; los griegos habían robado a Europa de Fenicia, a Medea de Coicos, y a Ariadna de Creta; y por último, un príncipe frigio había robado a la bella Helena, mujer del rey de Esparta, Menelao, motivando así una lucha larga y mortífera, y al cabo la destrucción de Troya. Don Juan Fresco explica, a mi ver, de un modo satisfactorio estos raptos de mujeres.

Si lo que en él se dice fuese cierto; si el Señor, irritado por la destrucción de su obra, no admitiese entre sus elegidos a los que así delinquen; si nos separase de Magdalena... ¡Oh! ¡Cuando pienso en que esto pudiera ser!... Aunque sólo hubiera una probabilidad muy remota de que esa amenaza pudiera realizarse sería yo capaz de sufrir, para evitarla, los tormentos más crueles; viviría, si fuera preciso, diez años más... , diez años más de sufrimiento, a cambio de la esperanza de reunirme con ella en la eternidad.

Pero había oído decir que algunas mujeres cobraban al morir inolvidable belleza. Comprendió entonces la virtud santa del fuego, la destrucción sin igual de la hoguera, que no dejaba sino un negro amasijo, repelente.

La destrucción de tal especie puede ser un sensible atentado contra el orden, la armonía de todas las cosas. Que haga una siega razonable de las que pululan superabundantemente: está muy bien que viva á expensas de los individuos; mas, que conserve las especies. En cada una de ellas debe respetar el papel que desempeñan reunidas, el de funcionarios de la Naturaleza.

Ni Frígilis ni Quintanar querían sangre; no pretendían más que tener bien sujeto al delincuente cogido infraganti. Si estos inventores no hubieran sabido armonizar los intereses de la industria con los estatutos de la sociedad protectora de animales, lo hubiera pasado mal aquella noche la Regenta. Por fortuna, Quintanar era correccionalista; quería la enmienda del culpable, pero no su destrucción.

Sin embargo, los verdaderos pescadores, los que se honran con tal título, reprueban esos medios vergonzosos de destrucción que no tienen el mérito de la sagacidad ni el conocimiento de las costumbres de los peces.