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Actualizado: 4 de abril de 2025


¡Silencio! ¡Siéntate! ¡Calla! dijo Carlos Tomás, forcejeando rápidamente por desembarazarse del abrazo de su inoportuna visita. ¡Mírenlo! continuó el forastero, sin hacer caso del aviso y con la mayor despreocupación.

En aquel país de dicha y despreocupación, las burguesitas no se desdeñan en enviar besos a los extranjeros, como las floristas de Florencia les arrojan ramos en sus coches. Si su padre las ve, las abofetea rudamente, en nombre de la moral, y esto da un poco de variedad al cuadro.

Ana había notado que todas las tardes se encontraban con don Tomás Crespo, el íntimo de la casa, y un caballero que se la comía con los ojos. Don Tomás era una de las pocas personas a quien ella estimaba de veras, por ver en él prendas morales raras en Vetusta, a saber: la tolerancia, la alegría expansiva, y la despreocupación en materias supersticiosas.

Pero mira en torno de ti, mézclate entre la multitud de hombres y mujeres que son felices o creen serlo. No les envidies la despreocupación, pero aprende de ellos esta doctrina: que la Providencia en la cual crees, a todo atiende, que todo lo proporciona y que ella ha creado inagotables recursos para satisfacer la necesidad de los corazones hambrientos.

Ellos llamarán al dogmatismo del sentido vulgar, sabiduría; gravedad, a la mezquina aridez del corazón; criterio sano, a la adaptación perfecta a lo mediocre; y despreocupación viril, al mal gusto.

Bueno era el aire puro y libre; pero no en tanta cantidad ni a todas horas; bueno el ejercicio de las fuerzas físicas, buenas la holgura y la despreocupación campestres; pero con discreción y sin menoscabo de otras leyes y de otros respetos muy atendibles y muy racionales.

«Porque los santos, ¿qué fueron? decía ; personas a quienes no se les importaba nada salir a la calle hechos unos adefesios. Indudablemente no tengo yo esta despreocupación, que es la base de la virtud. Digan lo que quieran, el santo nace. No se adquiere este mérito con la voluntad, ni hay quien lo posea si no lo ha traído consigo del otro mundo.

Si iba al café, aun sacrificando sus apetitos al gusto de los demás parroquianos, por evitar escenas como la consabida del sorbete, notaba que los mozos le servían más tarde y peor que á todo el mundo; porque en el centro de la tolerancia y de la despreocupación se juzga y se respeta á los hombres en razón directa de la excelencia del corte y calidad de sus vestidos.

Hasta Alcira llegaba el rumor de otras hazañas del príncipe, como le llamaba don Jaime al ver la despreocupación con que gastaba el dinero.

Pues si es así, mucho debe de padecer con sus bromas. No lo crea usted. Cuando usted la trate más, ya verá adónde llega su despreocupación. Justamente en aquel momento se acercó a nosotros Pepita, diciendo: ¡A que están ustedes hablando de ! ¡A que ! respondió el comandante riendo.

Palabra del Dia

frailuco

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