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Actualizado: 14 de octubre de 2025
«Tampoco le agradaba a Anita ver a su Álvaro metido en aquellos cuidados domésticos de despedir criadas; y menos encontrarle tan experto en el asunto; todo aquello, de puro prosaico y bajo, era repugnante, pero ¿qué remedio? Álvaro lo hacía por ella, por gozar tranquilamente de aquella felicidad que tantos años de martirio le había costado...».
»He vuelto a despedir de mi casa a mi pupilo, al hijo de mi mejor amigo, a Amaury, excelente muchacho que de seguro se empeña todavía en disculpar mi crueldad. Y todo, ¿por qué razón? »¿Qué es lo que motiva esta injusticia y esta perversidad? ¿Qué causa reconoce tan inútil barbarie con unos seres a quienes yo quiero tanto? »Todo es porque estoy celoso.
Entre la muchedumbre que había acudido a despedir a los cantantes, se sintió Bonis, después que desapareció el coche en la oscuridad, muy solo, abandonado, sumido otra vez en su insignificancia, en el antiguo menosprecio.
La carta comenzaba de un modo terrible: «Querido sinvergüenza.» Y en el mismo estilo seguían los primeros párrafos. Esto vale la pena murmuró sonriendo . Esto hay que leerlo despacio. Y guardando la carta, con el regodeo del que se reserva un gran placer, Jaime subió a la torre después de despedir al muchacho.
Lo inusitado de la cita y de la hora, movió en alto grado su curiosidad. Intentó satisfacer siquiera una parte de ella, echándome memoriales de un dulzor empalagoso; pero no me di por entendida. »Al despedir más tarde a Pepe Guzmán, le encargué mucho que no faltara la noche siguiente, para darle cuenta minuciosa del cumplimiento de uno de los trámites más importantes de mi plan.
En Milan, por ejemplo, estaba encargado D. Álvaro de Sande de alistar 2.000 alemanes y 2.000 italianos de los que iba á despedir el Duque de Sessa y de conducirlos á Mesina juntamente con los 2.000 españoles que por orden del Rey facilitaba aquel estado. Por interrupción en los despachos se fueron los más de los alemanes á su tierra, sin que se pudieran juntar más de tres compañías.
Sevilla entera recordaba todavía sus aventuras galantes, sus orgías, sus duelos singulares y temerosos, la barbarie inconcebible de algunos actos ejecutados en el frenesí de la embriaguez. Saludó con amabilidad caballeresca, no exenta de protección, a todo el mundo, y se llevó a su hija. En pos de él nos marchamos todos. Las de Anguita salieron hasta el medio de la calle a despedir a sus amigas.
Sin embargo, no era el barón uno de aquellos acaudalados magnates que podían mantener en armas numerosa hueste, y con dolor se vió obligado á despedir gran número de voluntarios, que buscaron otros jefes, limitándose él á seguir las instrucciones que le había enviado su amigo Claudio Latour, autorizándole para equipar cien arqueros y cincuenta hombre de armas, que unidos á los trescientos veteranos de la Guardia Blanca que quedaban en Francia, formarían un cuerpo cuyo mando podría aceptar sin vacilación tan gran capitán como el barón de Morel.
Recuerdo que una vez había estado yo borroneando papel hasta mucho más tarde de la hora a que acostumbraba a despedir a De-Hinchú, y habíaseme olvidado completamente su presencia en la silla al lado de la puerta, cuando de pronto llegó a mis oídos una voz en tono quejumbroso, que decía: Chylee. Volvime maquinalmente. ¿Qué dices? ¡Yo decir: Chylee! ¿Y qué? dije con impaciencia.
Estaba dado al diablo con aquello y, pensando qué hacer, se acordó de convidar al pueblo, para otro día de mañana despedir la bula.
Palabra del Dia
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