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Yo no he tenido ni tengo pasión alguna que vencer: todas mis inclinaciones bien dirigidas, todos mis instintos buenos y malos, merced a la sabia enseñanza de usted, van sin obstáculos ni tropiezos encaminados al mismo propósito; cumpliéndolo se satisfarían no sólo mis nobles y desinteresados deseos, sino también mis deseos egoístas, mi amor a la gloria, mi afán de saber, mi curiosidad de ver tierras distantes, mi anhelo de ganar nombre y fama.

Mis amigos conocen ya, por lo que de él se me antojó referirles, á D. Francisco Torquemada, á quien algunos historiadores inéditos de estos tiempos llaman Torquemada el Peor. ¡Ay de mis buenos lectores si conocen al implacable fogonero de vidas y haciendas por tratos de otra clase, no tan sin malicia, no tan desinteresados como estas inocentes relaciones entre narrador y lector!

La Sanguijuelera, que había visto y gozado un número infinito de funciones de tal especie desde la entrada de María Cristina hasta la de D. Juan Prim, desde esta hasta las festividades del actual reinado, hallaba en aquel espectáculo desinteresados placeres. Encarnaba en la novelería, la bullanga y el entusiasmo monárquico del antiguo pueblo de Madrid.

: eso es el a b c del oficio dijo don Simón con un poquillo de desdén ; pero ¿y si en vez de subir baja? Amigo, ¡si se cae el cielo!... Pero ¿cómo ha de bajar un papel semejante en cuatro días? No era don Simón tan tirolés en negocios como en política; por lo cual estuvo largo rato defendiéndose de los desinteresados apremios del Ministro.

No conozco España; ¡pero me interesa tanto!... Yo adoro todos los países de amor, donde los hombres son desinteresados, donde no exista la dote y una mujer puede casarse aunque sea pobre. Dejó caer una ojeada de lástima el príncipe al pasar junto al sabio. Un nuevo personaje intervino en la vida de los habitantes de Villa-Sirena.

Creereis tal vez que ese filósofo original es como muchos cortesanos, en la apariencia desinteresados é independientes, y en realidad tan flexibles al poder como solícitos en su propio negocio: todo al contrario, arrostrará por la verdad y la justicia la cólera de su rey.

Y aunque alentara, con respecto a la señora de Rubín, pretensiones amorosas a plazo largo, no dejaban por eso de ser puros y desinteresados sus actos de caridad, y habrían sido lo mismo aun en el caso de que su amiga espantara de fea y careciese de todo atractivo personal. Fortunata iba adquiriendo confianza con él, y le revelaba sus pensamientos sobre diferentes cosas.

El riesgo de su ventura la tenía muerta de miedo. Pensó que acaso fue más allá de lo prudente. ¿Llegaría él a razonar, sentir y disculpar los móviles que la impulsaron, y, sobre todo, a empaparse bien de que eran desinteresados? Si creía que su objeto era atraparle, como en su soez lenguaje dicen los hombres entre , estaba perdida.