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Actualizado: 3 de julio de 2025
Cuando me quedé sola, retirada en mi dormitorio, leí aquel memorial; en él don Rodrigo manifestaba de la manera más clara, y con la indignación más profunda, el estado en que se encontraban el rey y España, dominado el uno por el favorito, mancillada, desangrada, robada por el favorito la otra; el golpe que pensaba darse á los moriscos, las descabelladas empresas contra Inglaterra, el descuido con que se veía venir á la Liga contra España sin conjurarla; los cohechos, el robo, la malversación de las rentas reales, la depreciación de la moneda, la corrupción de la justicia, los más altos oficios del reino en la familia de Lerma; su tío, inquisidor general; su hijo, gentil hombre del príncipe... sus hechuras puestas como espías alrededor del trono; cerrado al vasallo el camino hasta el rey, todo dominado, todo usado en provecho propio, convertido el clero por su interés al interés del favorito; alejados de España los buenos españoles; todo vendido, todo profanado, todo enlodado; cuantas miserias, en fin, cuantas infamias, cuantas traiciones puedan suponerse de un hombre; y todo esto robustecido con pruebas, aunque yo no las necesitaba porque harto bien conozco por mí misma á Lerma; todas estas pruebas expuestas con claridad, con nobleza, con desinterés, con lealtad, como conviene á un buen vasallo; don Rodrigo logró interesarme con su memorial, no sólo porque creí ver en él al hombre de honor interesado por su rey y por su patria, sino porque en él también vi al profundo hombre de Estado. ¿Pero á qué cansarme inútilmente? dijo la reina levantándose, yendo á un secreter, tomando de él un papel y dándosele á doña Clara : he aquí el memorial de don Rodrigo.
En el primer instante tuvo la idea de aparentar complacer a su hermano, dando cuerda a su demencia; pero consideró al punto que era muy peligroso el sistema de fomentar, siquier fuese momentáneamente, tan descabelladas manías, y tan sólo dijo: Si insistes en esa locura, te abandonaré y entonces sí que llamarás a tu querido hermano.
Si las obras de Góngora se hubiesen estudiado con juicio y previsión, en vez de producir imitaciones descabelladas y copias absurdas y ridículas, podían haber enriquecido á la literatura española con un copioso tesoro de gráficas locuciones, giros é imágenes.
A los quince días conocía a todo Madrid: a los veinte no hacía caso ya de su antiguo consejero: alguna vez llegó a mis oídos que afeaba mi filosofía y mis descabelladas ideas, como las llamaba: Preciso es que sea muy malo mi primo decía, para pensar tan mal de los demás. A lo cual solía yo responder para mí: Preciso es que sean muy malos los demás, para haberme obligado a pensar tan mal de ellos.
Así pues, la Francia que en tiempo de Cárlos VIII habia rechazado á los arquitectos ultramontanos que en su comitiva llevaba aquel rey de vuelta de sus descabelladas empresas bélicas, sin tomar de ellos mas que tal cual mascaron ó tal cual capitel antiguo, recibió con los brazos abiertos á los artistas que le dieron Luis XII y Francisco I, y bajo los reinados de los últimos Valois y de los primeros príncipes de la línea Robertina hasta Luis XIV, en que se inauguró una nueva era para la arquitectura francesa, no cesó de enviar á Italia sus mas privilegiados genios para que se educasen en los principios que con tanto éxito habian establecido en Nápoles, Florencia y Roma, los Masuccios, los Brunelleschis y los Bramantes.
Viose entonces de nuevo solo y arruinado, y la necesidad, mala consejera siempre y móvil las más de las veces de empresas descabelladas, sugirióle la idea de utilizar en provecho propio el precioso depósito, y aquí comenzaron las complicaciones y los peligros, los planes trazados y abortados.
Y lo peor era que la adornaba con tales gorgoritos, con tan descabelladas florituras, con cadencias tan detestables, y que los versos eran tan malos, que Chateaubriand hubiera podido citar, con harto derecho a juicio de conciliación, al poeta, al compositor y al cantor, como reos de un abuso de popularidad.
Pero aquella prosperidad acabó, y hubo muchas causas para que así sucediese: primero la devastadora furia con que pusieron fin al Califado cordobés las guerras intestinas de las razas musulmanas agolpadas en Andalucía; luego el crecimiento del poder castellano, que despues de la conquista de Toledo hizo de la tierra septentrional de Córdoba pais de frontera, y por consiguiente de molesto y peligroso vivir; luego causas generales que paulatinamente fueron predisponiendo la opinion nacional contra las poblaciones de origen islamita; por último la pésima administracion de la casa de Austria, que esquilmando á los pueblos para sostener descabelladas empresas militares y cegándoles al propio tiempo todas las fuentes de la pública riqueza, que era lo mismo que ordeñar la vaca sin darle pasto, abrumó á los montañeses de Córdoba con alcabalas y tributos que no bastaban á satisfacer sus ya escasos provechos.
Palabra del Dia
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