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Actualizado: 4 de septiembre de 2025
304 ¡Grandemente lo pasaba con aquella prenda mía, viviendo con alegría como la mosca en la miel! ¡Amigo, qué tiempo aquel! ¡La pucha, que la quería! 305 Era la águila que a un árbol dende las nubes bajó; era más linda que el alba cuando va rayando el sol; era la flor deliciosa que entre el trebolar creció.
Al juntarse tuvimos miedo no hubiesen tomado las fragatas en que iban el Virrey y Juan Andrea: dende á pocos días supimos cómo habían llegado á Malta en salvamento, donde hallaron algunas de las galeras que se habían escapado.
567 Deseaba para escaparse hacer una tentativa, pues a la infeliz cautiva naides la va a redimir, y allí tiene que sufrir el tormento mientras viva. 568 Aquella china perversa, dende el punto que llegó, crueldá y orgullo mostró porque el indio era valiente: usaba un collar de dientes de cristianos que él mató.
Me gusta- pa la carona; y me puse a champurriar esta coplita fregona: 199 a los blancos hizo Dios, a los mulatos san pedro, a los negros hizo el diablo para tizón del infierno. 200 Había estao juntando rabia el moreno dende ajuera; en lo escuro le brillaban los ojos como linterna. 201 Lo conocí retobao, me acerqué y le dije presto: po-r-rudo que un hombre sea nunca se enoja por esto.
Comenzando á salir, se dió por nombre Jesús, dando á entender á todos que no había agua y que era menester romper los enemigos y ganar los pozos. Dende á poco que comenzaron á salir, preguntó D. Alvaro, que estaba sentado á la puerta, si serían fuera 200 hombres. Algunos dijeron que sí: uno que los había contado le dijo que fueran pocos más de 100.
Y dende allí adelante adoraban en aquel ídolo; y no entraban dentro del ídolo donde estaba, sino eran los señores principales, entrando con mucha reverencia y veneracion, los zapatos quitados, y las cabezas bajas; y el Inca Yupanqui entraba sólo, y él mismo por su mano sacrificaba las ovejas y corderos, haciendo él el fuego y quemando el sacrificio.
No tuvo tanto cuidado el jeque de inviarnos los que se iban á él de nuestro campo á tornar moros, que fueron tres ó cuatro mozuelos mal informados. No solamente no los inviaba, pero teníaselos en su casa públicamente, que los viesen todos los cristianos que iban á negociar con él. Dende á dos días tornaron á tocar arma á las compañías questaban de guardia fuera del campo, sin haber otra cosa más.
Dende á poco fueron Zayas y Joan de Funes y hicieron á un soldado, llamado Villacis, que arbolase una bandera en una pica.
Un soldado de la compañía de Orejón, diciéndole que era hecha la paz, vino en tanta desesperación, que se dió dos puñaladas por los pechos, de que murió dende á pocas horas. Sobre el mal contento que los soldados llevaban, llovió toda aquella noche y lo más del día siguiente.
754 Soñaba siempre con ella, sin duda por su delito, y decía el viejo maldito, el tiempo que estuvo enfermo, que ella dende el mesmo infierno lo estaba llamando a gritos. 755 siempre andaba retobao: con ninguno solía hablar; se divertía en escarbar y hacer marcas con el dedo, y en cuanto se ponía en pedo me empezaba a aconsejar.
Palabra del Dia
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