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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Esto de imaginarse una humanidad más pequeña que la nuestra, con nuestros mismos defectos y preocupaciones, como si fuese contemplada á través de un microscopio, es algo que halaga la vanidad de los hombres, y por lo mismo resulta tan antiguo como su existencia.

Si la Corte es un elemento de estudio para el viajero en España, por sus especialidades, la sociedad de Madrid no deba observarse, para apreciar sus cualidades y sus defectos, sino en el Prado, en los teatros, la plaza de toros, los hoteles ó fondas, los cafés, las calles y las reuniones públicas y privadas.

No ha de ser el resentimiento quien presida á tu conducta sino la razon, el deseo de que una cosa de tanta entidad no vaya á parar á malas manos. El pretendiente no carece de algunas buenas disposiciones para el desempeño; ¿porqué no hacerle esta justicia? Pero en cambio adolece de defectos imperdonables.

El señor Neris vivía solo en el vasto castillo desierto arrastrando su pena por los lugares en que su hija había vivido y crecido ante su mirada paternal y donde a cada paso encontraba sus huellas, en la arena de los paseos por donde se paseaban juntos, corriendo ella delante de él con su aro o apoyada zalameramente en su brazo; en la verde alfombra de las praderas en que la niña retozaba cuando no era más que una pequeñuela, y donde, ya grandecita, cogía para él grandes ramos campestres que le llevaba llena de alegría; en la sala de estudio y en la mesa de trabajo cargada de libros y papeles, donde la traviesa niña se burlaba de los defectos de la institutriz, joven o vieja, guiñando el ojo al indulgente tío, cómplice de sus malicias.

Quería venir antes, pero en la feria le habían entretenido. El paseo estaba muy bien; trajes magníficos, sobre todo abrigos. Y hacía una relación de periódico de modas ante sus hermanas, que prestaban oído sin dejar de engullir, y la mamá, que admiraba el talento de observación de su hijo y la gracia con que se burlaba de los defectos. Era el fiel retrato de su padre.

Hacia lo que Rousseau recomendaba á su Emilio, y lo que un escritor moderno quisiera que todos hiciesen, considerándolo como un instrumento general de educacion y perfeccionamiento. Los mayores defectos de este trabajo son de haber quedado incompleto, y de tratar de la parte mas conocida de las provincias argentinas.

Y todo esto tendremos que hacer los varones en España, si queremos librarnos de la peste de que nuestras hijas ó nuestras nietas den en la gracia de rehabilitarse y perfeccionarse por mismas, al tenor de los pavorosos procedimientos empleados ya hoy en varios países por algunos sabihondos marimachos, vulgo marisabidillas, justamente indignadas de que siga siendo cierto aquel dicho de un filósofo: «Las mujeres nos deben la mayor parte de sus defectos: nosotros les debemos la mayor parte de nuestras cualidades

Si tu padre tiene algunos defectos, yo tengo más aún: de modo, que no hay mérito en perdonárselos, si él me perdona en cambio los míos.... No hablemos de tu padre, hablemos de ti misma.... No sabes lo que me duelen esos apuros de dinero, a los cuales no estás acostumbrada. Yo, si pudiera, los remediaría al instante.... Pero bien sabes que manejo poco dinero.

Hasta en la misma Francia ha habido unanimidad, desde lo antiguo, en censurar los defectos de esta tragedia.

Vinieron luego las pequeñas infidelidades y los pequeños desencantos, sufridos sin reproche, perdonados sin restricción, que no lograron derribar el ídolo de aquella alma enamorada, manso río sin borrascas, arpa eolia en que hasta los mugidos del huracán se transformaban en suspiros... Después vinieron las grandes ofensas, y a poco los terribles descubrimientos de vicios enormes, que brotaban como setas monstruosas bajo el aspecto de seductor de aquel esposo adorado; de inclinaciones depravadas, pasiones indómitas, costumbres disolutas e innumerables defectos, que nacían y vivían en su alma como en la carne podrida los gusanos asquerosos.

Palabra del Dia

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