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Actualizado: 10 de mayo de 2025
De caracteres fijos y necesarios no hay que hablar, por consiguiente, puesto que en los personajes de las clases, que se distinguen con este nombre en las comedias, puede tener cabida la mayor variedad de individuos. Tan justa sería esa crítica como achacar también á Shakespeare uniformidad y defecto de caracteres individuales, porque ofrece en la escena con repetición héroes, amantes, etc.
Con todo, Antoñico tenía un grave defecto: le gustaban demasiado las mujeres. Quizá digan ustedes que este defecto no es grave: en cualquier otro hombre, convengo en ello, pero en Antoñico, un funcionario dramático de tal importancia, era un pecado mortal.
No todas las coronas están donde deben estar... ¡Ay, Isidora, bendito sea tu orgullo! Quien nota en su alma esa chispa, ese no sé qué, signo de elevación sobre el nivel común, está preparado para las cosas grandes y sublimes. El orgullo no es en ti un defecto, es una inspiración santa. ISIDORA. Pero no tengo la conciencia tranquila... Ya ves que... JOAQUÍN. Desecha las ideas convencionales.
Conviene tener presente, sin embargo, que la crítica indicada sólo es aplicable á un número proporcionalmente reducido de las comedias de Tirso, y que la mayor parte de ellas están libres de ese defecto. Crítica particular de las obras dramáticas más notables de Tirso. Hay ciertas creaciones suyas en las cuales parece recrearse de preferencia, por la repetición con que se muestran en sus obras.
En suma, y en mi opinión, que creo fundada, el Barón es un modelo de cortesanía. Sólo han podido los maldicientes echarle en cara un defecto, del que, a mi ver, se ha corregido. El defecto, si lo es, consiste en su extremada galantería, muy en desacuerdo para muchos con la edad provecta a que ha llegado.
»Hace unos seis meses, mi madre me presentó en una casa donde debía encontrar una señorita llena de cualidades y limpia de todo defecto. Encontré, en efecto, una encantadora joven, de una elegancia perfecta, amable, graciosa, alegre, y, en una palabra, enteramente seductora.
Mal hecho; pero, ¿a quién se ha de permitir ser curioso, si no se le permite a un autor dramático? La curiosidad, que en los demás es un defecto, en él constituye un deber. Debe escuchar, aunque sólo sea por oficio.
No queremos decir por esto que sea el amor propio defecto exclusivo de los que por su talento se distinguen: generalmente se puede asegurar que no hay nada más temible en la sociedad que el trato de las personas que se sienten con alguna superioridad sobre sus semejantes. ¿Hay cosa más insoportable que la conversación y los dengues de la hermosa que lo es a sabiendas?
Tenía sin duda mucho de pájaro en figura y gestos, y más, visto en su sombra. Era anguloso y puntiagudo, usaba sombrero de teja de los antiguos, largo y estrecho, de alas muy recogidas, a lo don Basilio, y como lo echaba hacia el cogote, parecía que llevaba en la cabeza un telescopio; era miope y corregía el defecto con gafas de oro montadas en nariz larga y corva.
Lo último no se echa de ver en él, puesto que su defecto capital es su extensión inconsiderada y la acumulación de episodios, que ahogan el curso de la acción principal.
Palabra del Dia
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