Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 28 de mayo de 2025
No llore usted así, Magdalena, hija mía... Su abuela de usted no piensa obligarla al matrimonio. No, señora respondí entre dos sollozos, pero todas ustedes me encuentran poco razonable y novelesca porque no puedo decidirme a casarme con un hombre a quien no conozco. Es ese juicio lo que me hace daño, mucho daño en el corazón...
Como yo no vengo aquí a hacer pública confesión de mis culpas, no diré si por carácter vacilo; pero sí confesaré que, salvo en ciertas cuestiones de primer orden, en que sostengo siempre la misma opinión, rayando en tenacidad mi consecuencia, suelo en muchas otras, que considero secundarias, vacilar con demasía y no acabar nunca de decidirme, fluctuando entre los más encontrados pareceres.
En verdad que esta mujer se ha portado como si estuviese poseída del enemigo malo; y poco faltó para decidirme á arrojar de su cuerpo á Satanás y á latigazos. El extranjero había entrado en la habitación con la tranquilidad característica de la profesión á que se decía pertenecer.
Yo no podía decidirme a dejar perder por mí, por mis hermanas y por la innumerable familia de aldeanos, tan parientes por el corazón como nosotros por la sangre, el vestigio de aquellas venerables reliquias bajo un poco de hierba o de musgo roído continuamente por los carneros en el cementerio de la aldea. Era indispensable para semejantes reliquias un relicario adecuado.
Confieso que me costó algún trabajo decidirme a ello; porque nosotros, los cultivadores, estamos muy aferrados, señores, a nuestros cuartos... Pero ¿qué es lo que no haría uno, cuando lo han declarado oficialmente «un buen muchacho?» Me voy, pues, una tarde a casa de mi futuro suegro, y entro en su pretendido gabinete de trabajo.
Tuve tentaciones de acercarme a ellas y entablar conversación, pero vacilé durante tres o cuatro vueltas, y cuando iba a decidirme a ello, se fueron a buscar la calesa para trasladarse a casa. Al día siguiente por la mañana no las vi. El que escanciaba el agua me dijo que habían estado.
No sabe usted el trabajo que me cuesta decidirme á ello, por más que esté bien convencido de la proverbial bondad de usted y de la estimación que sin merecerlo me profesa... Pero de estas cosas ya hablaremos más tarde... ¡Qué gana va usted á tener ahora de escuchar recomendaciones! Adelante, señor cura. Nada, nada, no quiero molestar á usted ahora que acaba de llegar. Otro día será.
Nos acercábamos al momento de partir y yo no acababa de decidirme. París me inspiraba más miedo que nunca. Magdalena iría también, podría verla, pero, ¿a qué precio? Estando ella presente no corría riesgo de desfallecer, al menos de no caer tan abajo; mas a trueque de un peligro menos cuántos otros surgirían.
Así lo espero dije mientras se me saltaban otra vez las lágrimas por el tono de la pregunta y por el beso maternal de la buena señora. En cuanto me tranquilicé un poco, expliqué a aquellas señoras que había algo en mí que se negaba absolutamente al matrimonio con un desconocido. Sí exclamé, no puedo, no podré nunca decidirme...
No me obligue á luchar contra usted, lo que me causaría una horrible pena. No me ponga en el trance de decidirme entre mi afección antigua y mi nueva ternura. Tenga usted piedad de esta hija á quien ha amado, á quien ama todavía. Devuélvame usted la libertad y la dicha.
Palabra del Dia
Otros Mirando