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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Al día siguiente, al subir al cupé de su marido para ir a casa de Lerne, sentíase Juana agitada. Habíale preocupado mucho el traje que llevaría; después de muchas reflexiones, decidiose a ponerse un traje austero, en armonía con la gravedad del rol que iba a desempeñar aquella noche. Púsose únicamente un vestido de terciopelo punzó, obscuro.
Decidióse á entrar en una cervecería y tomar algo, pues no había comido, «¡Vaya con Antoñico! se decía mientras mascaba distraídamente. ¡Ya lo creo que trabajará por que Soledad se quede en su casa! ¡No se relamerá poco ese tío podrido teniéndola al alcance de la mano!... ¡Valiente verde de restregones y achuchones se dará en estos días!» Y en su corazón, que la tristeza oprimía, sintió de pronto la quemadura de los celos.
Es una injuria que hago a la Providencia no declarándome completamente satisfecha. Así, pues, se daba cuenta del vacío y futilidad de la existencia a que Huberto la llevaba, y amargas previsiones la acusaban cuando desaparecía la excitación pasajera de sus mejores distracciones. Decidiose, al fin, a confiar sus temores a su novio.
De otro modo, no hubiera ganado para sustos, contrariedades y descalabros; porque el mozo, en este particular, siempre fue curioso y decidido. Antojósele que «también él» era poeta, porque era sensible y veía claro en el espacio de las ideas. Allí estaban, y suyas podían ser como de cualquier otro. Decidiose, y se apoderó de unas cuantas que mejor le parecieron. Trabajo inútil.
Genoveva, en cambio, aquella noche estaba más embebida en la calceta que nunca, entreverando, sin duda, por sus puntos, una muchedumbre de consideraciones más o menos filosóficas que la obligaban tal vez que otra a dar con la frente en las manos, lo mismo que cuando se dormita. Por último, la señorita decidiose a romper el silencio.
Su hermana, cansada de cinco horas paternales, quería observar por su cuenta. Detenida al pie del cerco, miraba pensativa la cresta. Quería trepar, eso no ofrecía duda. Al fin decidióse por una silla desfondada, pero faltaba aún. Recurrió entonces a un cajón de kerosene, y su instinto topográfico hízole colocar vertical el mueble, con lo cual triunfó.
Los consejos de éste la hicieron desistir de sus propósitos por algún tiempo, pero a instancias del resto de la familia, que también se hallaban encerrados en las cárceles de Autún, decidiose al fin, y pudo conseguir de las autoridades de Mâcón un pasaporte para Dijón y Lyón.
Palabra del Dia
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