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Actualizado: 29 de julio de 2025
Pero conozco cuán anticuadas son sus ideas al respecto, pues es usted de los que creen que una mujer debe casarse sólo por amor.» La lectura de estas cartas dejó impreso vívidamente en mí un hecho decisivo, y fue: que si el tal Dawson participaba secretamente de la fortuna de Blair, no tenía necesidad ciertamente de obtener su secreto por medios infames, puesto que lo conocía.
Sin embargo, me parecía tan íntima su relación con el socio de Blair, el excontramaestre Dawson, que resolvimos explorar primero el punto señalado y hacer algunas observaciones.
Tal fue, en verdad, una de las muchas ideas que surgieron en mi mente, viendo el misterio que rodeaba ese terror que producía en Mabel el solo nombre de Dawson.
Sin embargo, tan ingeniosamente arreglaron los señores Dawson y Blair las diferentes vías por las cuales colocaban las alhajas en el mercado universal, que nadie abrigó jamás la menor sospecha. Pero todo esto, hablando con honradez, pertenece a la Iglesia de Roma observó Reginaldo.
Ella escuchó, con el más grande asombro, toda la historia del tesoro oculto del Vaticano, hasta que llegó el momento de describirle el atentado de Dawson contra mi vida y su trágico fin; entonces exclamó con vehemencia: ¡Si ese hombre está muerto... realmente muerto... yo, entonces, estoy libre! ¿Cómo? ¡Explíquese! le dije.
Sí dije, es verdaderamente asombroso. No hay duda, su secreto está escrito aquí, y lo sabríamos, si poseyéramos la clave. Pero es probable que sus enemigos conozcan su existencia, o si no, él no lo hubiese dejado guardado aquí al partir para Manchester. Puede ser que Dawson lo sepa. Es muy probable contestó ella. Era el hombre de relación más íntima de mi padre. Su amigo, dice él que era.
A la muerte de Pío IX, ocho años después, se creyó que sería designado como su sucesor, pero la elección recayó en su colega, el cardenal Pecci, que pasó a ser el Papa León XIII. Estaba preocupado en todos estos datos que había conseguido después de muchísimo trabajo y pesada lectura, cuando Reginaldo exclamó de pronto, en voz baja: ¡Mira, allí viene la hija de Dawson acompañada por un hombre!
¿Entonces Dawson participó del secreto, como también de los beneficios? observé atónito ante la asombrosa verdad.
Pasaron cuatro largas y espantosas semanas de martirio, hasta que llegó mediados de mayo, y pude tener suficientes fuerzas para salir solo a caminar y dar unos cortos paseos por la calle Oxford y sus alrededores. El testamento de Burton Blair había sido ya aprobado, y Leighton nos manifestó, en las varias veces que nos visitó, el descuido, e indiferencia con que el tal Dawson manejaba los bienes.
Apelé a Leighton, el abogado, y le pedí su opinión, pero lo único que se le ocurrió fue insertar avisos; sin embargo, ambos estuvimos conformes en que ese medio no era conveniente ni adaptable para ella. Aun cuando pueda parecer extraña, Dorotea Dawson, o Dolly, como la llamaba su padre, la joven de cara morena, manifestaba también la más viva ansiedad por Mabel.
Palabra del Dia
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