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Al entrar este ve al azotado Candido con la espada en la mano, un muerto en el suelo, Cunegunda asustada, y la vieja dando consejos.

Entretanto el hombre á quien zurraba Quevedo, no pudo resistir más y huyó dando voces. Habéis acabado ya por lo que veo, ó más bien por lo que no escucho dijo Quevedo á Juan Montiño. , por cierto contestó Juan. Ya sabía yo que teníamos difunto; pero ese rufián de Juara va dando voces, y por sus voces pueden dar con nosotros, y con nosotros en la cárcel.

Y los Alcaparrones pequeños, como si de repente obedeciesen a un rito de su raza, pusiéronse de pie y comenzaron a correr por el cortijo y sus alrededores, dando alaridos y arañándose la cara. ¡Juy! ¡juy! ¡Que ha muerto la pobresita prima!... ¡Juy! ¡Que se nos ha ido Mari-Crú!...

Extraño me parece que una persona de la posición, de la gravedad y de los conocimientos de usted se deleite rebajándose y dando conversación, durante horas enteras, a dos mujeres tan ordinarias y tan poco edificantes como las Juanas; pero más extraño es todavía que no sea la conversación de usted y su tertulia con ellas solas, sino que haya usted tenido casi siempre por contertulio a Antoñuelo, el hijo del herrador, el más pillete y el más zafio de todos los mozos de este lugar. ¡Singular tertulia! ¡Buen par de parejas estaban ustedes!

Mi marido es bueno, aunque nunca ha sabido comprenderme. ¡Pero de eso á huir con otro hombre, dando un escándalo!... Apeló el oficinista á todas las frases almacenadas en su memoria, como residuo de sus lecturas. ¿Qué importaba el matrimonio, ni tampoco lo que pudiera decir la gente?... Ella tenía derecho á conocer el verdadero amor, tomándolo allí donde lo encontrase.

Fuera como quiera, don Venancio entró, como siempre, dando gritos; riñendo, declarando que no respondía de nada porque se le llamaba tarde.

Los padres mercedarios, en competencia con lo que la víspera hacían los agustinianos, sacaban el Viernes Santo en procesión unas andas con el sepulcro de Cristo, y tras ellas y rodeada por multitud de beatas, iba una mujer desgreñada, dando alaridos, echando maldiciones a Judas, a Caifás, a Pilatos y a todos los sayones; y lo gracioso es que, sin que se escandalizase alma viviente, lanzaba a los judíos apóstrofes tan subidos de punto como el llamarlos hijos de... la mala palabra.

En estos rincones pacían algunos rebaños de ovejas panzudas, de largas lanas, dando con sus esquilas una nota de calma pastoril á aquel paisaje desolado que parecía recién surgido de una catástrofe geológica. El camino bordeaba la profunda zanja de una cantera. Era como uno de esos cráteres apagados, en los que muestra el planeta la intensidad de sus convulsiones.

No osó preguntar al huésped lo que el Corregidor quería, ni el huésped lo dijo a nadie sino a su mujer; con que ella también volvió en si, dando gracias a Dios que de tan grande sobresaltó la había librado.

La impresión que recibió fue penosa: dando al olvido las inquietudes inspiradas por la conducta que Félix observaba respecto a ella, pensó en que ya no vería cerca de al primer hombre en quien creyó hallar algo como una promesa de felicidad.