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Actualizado: 1 de junio de 2025
Cuando estuvo acabado, Allen se sentó varias veces en la parte de afuera de la pared agujereada por nosotros a tocar el acordeón, y con el dedo untado en alquitrán fué tapando las rendijas que podían verse. Ya hecho este primer camino, discutimos entre los tres una cuestión importante: la manera de cruzar el pantano de la orilla. Por él, según decían, era tan imposible andar como nadar.
Su réplica fue característica: comenzó declarándome que, si juzgaba la cuestión desde el punto de vista de la filosofía religiosa, nada tendría que objetarme, porque todo sería inútil.
La cuestión de la filosofía está en buscar una palabra que lo diga todo cuando nos da la gana.» Yo no sé si era un loco cuerdo o un cuerdo loco. Me he desviado. Iba a decir que, si bien la señora no estaba para el caso, mi padre se inflamó de sopetón en amor hacia ella.
Mira, Fernandito, vida mía; te he dicho que no hables en ninguna parte... Eso no es cuestión de clima. ¿Te enteras?... De modo que mañana vuelves al colegio y le dices a ese señor rector, de mi parte, que yo no permito que Paquito comulgue sin estar convenientemente preparado... ¡He dicho!
Aunque la posibilidad intrínseca de la escala infinita de los seres, nos parezca indudable , debemos guardarnos de resolver con demasiada ligereza la cuestion presente.
Llueve, hace viento y reina un tiempo frío y obscuro. En la prisión en que la prudencia manda estarse, vuelvo a ocuparme de la cuestión de las solteronas. Esta mañana he declarado a la abuela que deseaba estudiar seriamente ese asunto tan interesante. No veo el interés respondió la abuela. Pero, abuela, en una población como ésta, el pueblo de las solteronas, como le llama Francisca, es...
Si puede reunirse mas riqueza de accidentes y detalles, es cuestion que solo puede resolverla favorablemente la plaza de la Concordia, á la cual voy á conducir inmediatamente al lector. Desconfío de poder dibujar con tintas exactas tan portentoso sitio. Es cosa sabida que no tiene rival en el mundo.
Mucho ojo con este carnicero, que es más ladrón que Judas. Si tienes alguna cuestión con él, nómbrame a mí y le verás temblar...». Y por aquí siguió amonestando y apercibiendo con ínfulas de verdadera ama y canciller de toda la familia. La suerte que se marchó. Serían las diez cuando la desposada se quedó sola con su marido y con Patricia.
Las escotillas están cerradas, es cuestión de unos cuantos cañonazos, y habremos purgado la costa del más grande bandido que jamás haya infestado la costa.
Cuando supo la causa se sentó a su lado y le prodigó los consuelos que pudo. En el pasillo se discutía con gritos horrísonos la cuestión del Syllabus.
Palabra del Dia
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