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Actualizado: 4 de julio de 2025


Ha bajado la escalera quebradita de color. ¿Has tenido calentura? ¿O has tenido nuevo amor? Que con el aretín, que con el aretón. Ni he tenido calentura ni he tenido nuevo amor. Me se ha perdido la llave de tu rico tocador. Que con el aretín, que con el aretón. Si las tuyas son de acero, de oro las tengo yo. ¿De quién es aquel caballo que en la cuadra relinchó?

A la entra de este rio con el de Jujuy, á la parte del poniente, observamos una barranca de tierra gredosa y colorada, de altura de 16 varas, y de longitud de media cuadra. En las márgenes de nuestro rio se hallan famosas cejas de montes de todas maderas: continúan sus playas, y la sonda de estas poco mas de media vara.

Que podría entrar en la aristocracia tan fácilmente. ¡Bonita ventaja! Un bonito nombre cuadra muy bien á un hombre arrogante. Prima, ¡ te propasas! Pero, en fin, ¿á qué viene ese empeño de no llevar tu nombre? Porque yo soy un hombre de negocios. Déjalos. Dios mío, ¿y en qué pasaré mi tiempo? En ocuparte de .

Sus escopetas las encargaba el suegro a los corresponsales de Inglaterra; en la cuadra tenía cada año un caballo nuevo, encargándose el mismo don Matías de comprar lo mejor que se encontraba en las ferias de Andalucía.

Y hay más: durante los fríos del invierno, la familia, para tener más calor, se va del piso bajo y baja á la cueva, que al propio tiempo sirve de cuadra. En un lado están los animales tumbados en la paja sucia, y en el otro yacen hombres y mujeres entre sábanas nada limpias.

Despavorido bajó a la cuadra, donde tiene su caballo, le puso la silla y se lanzó al camino, aquel camino aldeano de verdes orillas, que cruza por delante de la casona hidalga. Uno de esos caminos humildes, que guían a todas partes. Un poco más adelante, siguiendo por aquel camino humilde de verdes orillas, un paraje de álamos y de agua.

El Jueves Santo salía en procesión la Cena, y el Miércoles Santo por la noche estaba expuesta en la cuadra a la veneración de los fieles, quienes con tal motivo tenían entrada franca en la casa, lo cual se llamaba y se llama aún visitar las insignias, y apenas quedaba en el lugar quien no las visitase en la víspera de la respectiva procesión. Y esto si contar con los forasteros.

Pero, es lo mismo, ¡anda, pillo! ¡Cuando vuelvas te encontrarás con tu coz... te la guardo!... Y se la guardó. Después de la marcha de Tistet, la mula del Papa recobró su vida sosegada y sus aires de otros tiempos. No más Quiquet ni Bélugnet en la cuadra.

A medio día, cuando un rayo de sol filtraba su faja de oro en la penumbra de lo cuadra humana, las moscas de primavera llegaban hasta el oscuro rincón, animando con su zumbido la soledad. Algunas veces entraban Zarandilla y su mujer a ver a Mari-Cruz. Ánimo, muchacha; hoy ties mejor cara. Lo que importa es que eches todo lo malo que se te ha subío al pecho.

Llamábale al oído, paseábase a grandes trancos por la cuadra y, volviendo otra vez junto a él, le tocaba en el hombro. Al mediodía, Ramiro, cuyo espíritu había realizado laborioso camino, hizo llamar al lectoral.

Palabra del Dia

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