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Actualizado: 16 de octubre de 2025
Y Andresito, como si se viera ya vestido de blanco, errante por poética selva, con el pelo cortado en flequillo y los brazos cruzados sobre el pecho, canturreaba con voz dulce y lacrimosa: «Spirito gentil...»
Ninguno de los personajes es indígena; todos son turcos, árabes, caballeros cruzados, embajadores, duques, guerreros con armaduras, provistos de armas encantadas y de bálsamos como el famoso de Fierabrás; los buenos castellanos, los malos extranjeros.
Y Olmedo lo hacía todo tan al vivo y tan con arreglo a programa, que se emborrachaba sin gustarle el vino, cantaba flamenco sin saberlo cantar, destrozaba la guitarra y hacía todos los desatinos que, a su parecer, constituían el rito de perdido; pues a él se le antojó ser perdido, como otros son masones o caballeros cruzados, por el prurito de desempeñar papeles y de tener una significación.
Dentro venía una carta en italiano, no muy larga, de la misma letra, gorda y corrida, del sobre, firmada por Vittorio Emmanuele; venían también otros dos grandes sobres en blanco, sellados con la insignia de la francmasonería, un compás y una escuadra, cruzados en forma de rombo, sobre lacre verde.
El sapo había repetido centenares de veces sus eternas notas románticas. La luna alcanzaba ya el medio de la esfera y flotaba como una isla de oro entre los pliegues del viento. El lago titilaba bajo su blanda caricia, y la figura triste y dolorida del mayordomo aún seguía inmóvil al pie de la orilla con los brazos cruzados y los ojos hundidos en el oscuro seno del agua. Epílogo innecesario.
Yo estaba enfrente de Neluco, arrimado a la cama también; y a la puerta de la alcoba, con los brazos cruzados y en pie, como dos estatuas de la melancolía y de la curiosidad, Facia y su hija esperando órdenes. Las primeras fueron de mi tío para pedir «otra almohada», y eso que pasaban de tres las que le servían de apoyo para sus espaldas y cabeza.
Cuando se han sentado en las piedras permanecen un rato en silencio; luego, tal vez uno tose; otro levanta la mano y golpea con ella abierta la vuelta del cayado; otro apoya los brazos cruzados sobre el bastón e inclina la cabeza pensativo... Estos viejos han visto sucederse las generaciones; las casas que ellos vieron construir están ya viejas, como ellos.
Es un paño negro con una calavera y huesos cruzados en el centro.
Un rugido de D. Primitivo les obligó á interrumpir el diálogo. Extático, con los brazos cruzados sobre el pecho, contemplaba sin pestañear un cuadro de lechugas, mientras los compañeros le miraban sin comprender el motivo de tal sorpresa. Al fin, después de largo silencio, exclamó con voz ronca: ¡Si no lo viese por mis ojos, nunca lo creyera!
Su abundante cabellera, de un castaño no muy obscuro, caía en ondas sobre la espalda y llegaba hasta el asiento de la mecedora, por delante le cubría el regazo; entre los dedos cruzados se habían enredado algunos cabellos. Sintió un escalofrío y se sorprendió con los dientes apretados hasta causarle un dolor sordo.
Palabra del Dia
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