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Actualizado: 11 de junio de 2025
Pues bien, María es severa para con usted. He aquí lo que ha respondido textualmente cuando yo les aseguré el afecto y la adhesión de usted: "Nos ha abandonado á mi madre y á mí; yo le he borrado de mi recuerdo como él nos borró de su corazón." Cristián bajó la cabeza con tristeza. Acaso tiene derecho para tratarme tan duramente, dijo, pero le falta indulgencia.
Jacobo, si no vienes de grado, te robaré por fuerza, dijo Cristián con terrible resolución. Estoy dispuesto á todo. He jurado á tu hermana que te devolvería á su cariño... ¿Comprendes? á tu hermana María, á quien amo y que no será mía si no te salvo... No se trata solamente de ti, sino de mí mismo, y yo sé lo que quiero y lo que debo hacer.
¡Silencio! dijo Cristián en voz baja. No es hora de recriminar, sino de tener actividad. Con un mozo como Sorege todo es de temer mientras no le hayamos puesto á buen recaudo. Ya habéis visto cómo se ha defendido. Dejemos á Jacobo y vamos á casa de Vesín.
María le ofreció la mano al llegar á la escalera, no se sabe si para que se la besara ó para apoyarse al bajar, pero ello fué que Cristián sintió por primera vez la alegría de que se le entregase aquella mano que durante dos años le había rechazado tan duramente. Venga usted, madre mía, dijo la joven precediendo á la anciana. Entraron en la semioscuridad del puente.
Se trataba de su antiguo amigo Jacobo de Freneuse y lo que usted me contó me impresionó vivamente. Estaba usted tan seguro de la inocencia de ese desgraciado, que muchas veces me he preguntado qué se podría hacer en su favor. Bien claramente lo dijo usted aquella noche, continuó Cristián sonriendo. Y hasta me maltrató usted un poco porque no intentaba nada en favor de mi amigo.
Á los rayos del sol poniente, se recortaba con precisión el casco blanco del yate, muy poco elevado sobre el agua. Se distinguían los menores detalles y hasta pareció á Cristián que veía dos hombres en el puente. Uno de ellos debía ser Marenval. Apresurémonos, dijo Tragomer. Dentro de una hora caerá el día repentinamente y es preciso que nos escondamos.
Cristián, por otra parte, tenía un interés capital en no agriar sus relaciones con Sorege. Tomó, pues, un tono jovial y respondió: Perfectamente. Veo que eres el mismo de siempre; muy avisado y cauto en cuanto haces. En el tiempo en que vivimos, no es ciertamente mala cualidad. Trato de razonar un poco.
El mismo día, á las tres, la lancha de la administración, impulsada, por seis vigorosos pares de remos que manejaban otros tantos presidiarios, atracaba en la isla Nou, y Cristián, conducido por el patrón del barco, se dirigía al establecimiento penitenciario.
Sí, ciertamente. Miss Harvey y su padre eran de los que más admiraban á usted, dijo Sorege, aunque no fuera más que á título de compatriotas. Pero no me refería precisamente á ellos, sino á dos antiguos conocidos; Cristián de Tragomer y Marenval. Las facciones de la cantante adquirieron gran dureza.
Cuando te arroje en sus brazos tendrá que reconocer que no soy un ingrato ni un indiferente, su altivez se humanizará y la volveré á ver como en otro tiempo, sonriente y afectuosa. Jacobo se puso grave y dijo con lentitud, como si pesase las palabras: Hace veinticuatro horas, Cristián, estoy reflexionando sobre todo lo que me has revelado.
Palabra del Dia
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