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Traídos a bordo del Trinidad, volvieron a la vida, que, recobrada después de sentirse en los brazos de la muerte, equivale a nacer de nuevo. El día pasó entre agonías y esperanzas: ya nos parecía que era indispensable el trasbordo a un buque inglés para salvarnos, ya creíamos posible conservar el nuestro.

En ella no persisten ni dichas ni dolores; la más intensa alegría se disipa como la niebla; el afecto de hoy se ve traicionado por el afecto de ayer, afecto que creíamos muerto, y que de pronto revive en el alma fuerte y activo.

Aunque tan distantes aún, y de un modo confuso, creíamos ya percibir las colosales figuras esculpidas y pintadas en las paredes exteriores de palacios y templos; aquellos toros con cabeza de hombre y aquellos hombres con cabeza de león; aquellos próceres y aquellos guerreros, ceñidos los riñones de talabartes, de que se enamoraron Oala y Oliba.

Díme, niña, ¿quién eres, y qué ha movido á tu madre á aderezarte de un modo tan extraño? ¿Eres una niña cristiana? ¿Sabes el catecismo? ¿Ó eres acaso uno de esos petulantes duendes ó trasgos que creíamos haber dejado para siempre en la alegre Inglaterra? Yo soy la hija de mi madre, respondió la visión escarlata, y mi nombre es Perla.

Todo lo tenías, posición brillante, nombre respetado, influencia, crédito, y todo lo has perdido, por querer abarcar demasiado, por glotón, por insaciable... Si yo debí retirarme en abril de los negocios: en saber retirarse a tiempo del juego, está el quid de la suerte; pero, todos creíamos que esto iba a durar, que la mina era inagotable... El doctor, empujándome siempre.

Y apretando calurosamente las manos de la joven, partió con tales modos, que todos le creíamos con el corazón despedazado y tuvimos lástima de él. Poco después Asunción, acompañada de su ayo, salió a la calle, y la santa imagen, entrando en la casa materna, volvió a su altar.

El primero fué por la mañana, quedando encallado en unos arenales, y entró tan profundamente la quilla, que muy trabajosamente, con el ayuda de las otras embarcaciones, se pudo desencallar y sacar fuera de la arena. En este lance suplicamos con grande afecto á la Santísima Virgen, y con su favor, cuando creíamos entrase el agua por muchas partes, se halló que no había padecido nada.

Mi mujer miraba á todos lados de la estancia; diciendo: me parece que somos más. En efecto, todos creiamos que nuestra familia se habia aumentado. La hermana de Luisa era tambien hermana nuestra, hermana por la compasion y por la caridad.

El cochero nos parecía invisible; creíamos que alguna fuerza nos arrastraba como por encanto: tal era el embeleso de nuestra completa contemplacion de la naturaleza. A cuántos séres no habrá hecho dichosos la admirable Suiza!

Nosotros creíamos que , a menos que Castaños no aguardase para atacar enérgicamente a que la primera y segunda división cayeran sobre la espalda del ejército de Dupont, bajando desde Bailén. ¿Era éste el objeto que nos guiaba en nuestra marcha? Parecíanos que .