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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Proveyose de una bodega abundante y bien surtida, y se consoló como pudo. Las botellas más preciadas de Château-Yquen, y las mejores cosechas de la hacienda Vougeot son para él. Poseo un privilegio sobre todos los demás hombres suele decir a veces, bromeando; ¡puedo beber cuanto me venga en gana sin que se me enrojezca la nariz!
La sucesión de cosechas y el uso de sus semillas si no se reemplazan, concluyen por matar el producto nativo, sustituyéndolo por otro que ni en sabor, formas, ni dimensiones se le asemeja. En los cercos de Agaña y en los pueblos limítrofes, como en sus barrios de Anigua, Asang y Tepungang, hemos visto cultivarse algunas hortalizas con buenos resultados.
Unos se dedican a la cría de caballos o de bueyes, otros prestan dinero a los feligreses sobre las cosechas. Pero yo llego a trabajar sólo en lo mío, para cumplir como bueno, y me contento con poco. Mi felicidad sería un curato en esos campos donde la carne va tirada, según dicen, y el pan lo mismo.
Al apreciar toda aquella riqueza, y al calcular la tierra que debía poseer para lograr tales cosechas, no pudimos menos de reflexionar los pingües rendimientos que podría producirle al Estado la introducción de una módica contribución territorial.
Allá, en nuestra tierra, cada diez años tiembla todo, sin que acierte nadie a descubrir el por qué del cataclismo. Años de sequía y malas cosechas... Algunas veces, ni esto.
Al destruir las cosechas del año presente, deposita el aluvión fertilizante que alimentará las futuras fructificaciones. El suelo de la llanura, removido constantemente por el trabajo del labrador, se esterilizaría bien pronto si las rocas de la montaña, trituradas y tamizadas por la corriente, no se extendieran en capas renovadoras y fecundas sobre los campos de la ribera.
Como el plan de defensa insinuado puede verificarse por solo los blandengues, con mas comodidad y menos riesgo que el que hacen hoy, tengo por escusado que se empleen en la frontera los 20 milicianos que hay en cada fortin. Estos pobres abandonan sus casas, familias, cultivos y cosechas, y no reciben otro estipendio que 20 reales al mes cada uno, á título de racion. Todo eso sobre injusto es gravoso al ramo de guerra, que puede ahorrar dicha racion, que asciende á tres mil pesos al año. Las milicias no deben tomar armas sino para ocupar los fuertes cuando salgan los blandengues, y en algun otro caso extraordinario. Del mismo modo, debiéndose reputar á los blandengues no solo como soldados sino tambien como á pobladores natos de la campaña, no es regular que las justicias de los partidos se sirvan de ellos para todo, como lo hacen hoy, teniendo mas
Debajo de ellos se extendía como espectáculo infinito el cuadro de las luchas y de la miseria humana: veían chocar las armas, sumergirse las armadas, convertirse en fuego y humo las ciudades, extenuarse de fatiga á los infelices labradores, mirmidones casi invisibles, para alcanzar cosechas que había de robarles un poderoso; hasta bajo el techo de las casas, veían llorar á las mujeres y gemir á los niños.
Llamó entonces á los Zibacas, que bajaron la cabeza y no tuvieron que responder otra cosa sino es que la cólera y la venganza les había hecho pasar los términos de la razón; que arrepentidos de lo hecho, querían ya ser sus compañeros y hermanos; mas para no tener obligación de restituirles su hacienda, añadieron con sutil astucia, que los habían mantenido á su costa por espacio de nueve cosechas.
Poco á poco fueron llegando varias familias atraidas por la fama de las alhajas del joyero: se saludaban deseándose las buenas pascuas, hablaban de misas, santos, malas cosechas, pero con todo iban á gastar sus economías en piedras y baratijas que vienen de Europa. Se sabía que el joyero era amigo del Cpn. General y no estaba de más estar en buenas relaciones con él por lo que pueda suceder. Cpn.
Palabra del Dia
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