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Actualizado: 21 de junio de 2025
Entróse el Corregidor en una sala, y llamó al huésped de casa, el cual vino temblando a ver lo que el señor Corregidor quería. Y así como le vió el Corregidor, le preguntó con mucha gravedad: ¿Sois vos el huésped? Sí, señor respondió él ; para lo que vuesa merced me quisiere mandar. Mandó el Corregidor que saliesen de la sala todos los que en ella estaban y que le dejasen solo con el huésped.
Por su informe y a su pedimento confiere el gobierno los empleos, porque, como la ocupación de éstos es más en las faenas que en la administración de justicia, el que el administrador propone para corregidor, a ése se nombra, y lo mismo los demás empleos y ocupaciones del pueblo.
En tanto, pues, que ella volvía, nunca dejó Preciosa las lágrimas ni los ruegos de que se entretuviese la causa de su esposo, con intención de avisar a su padre, que viniese a entender en ella. Volvió la gitana con un pequeño cofre debajo del brazo, y dijo al Corregidor que con su mujer y ella se entrasen en un aposento; que tenía grandes cosas que decirles en secreto.
Desa manera respondió don Diego , no habrá necesidad de dar cuenta de nuevo al señor Corregidor de nuestra venida, pues bien se verá que ha sido a lo que vos, señor huésped, habréis dicho.
En la noche del viernes 21 de Julio de 1402 entró en esta ciudad el moro Helile mensajero del rey de Granada, acompañado de otros tres, pasando en ella siete días mientras esperaba la respuesta que el corregidor alguacil y regidores habían de darle de las cartas que trajo del dicho rey granadino, que serían probablemente relativas á treguas.
Al siguiente día de la entrevista con el Visitador, fué puesto en libertad el preso y se sobreseyó en la causa. ¡Y tenga usted fe en la incorruptibilidad de la justicia! Digo, ¡si fumarían en pipa los argumentos del corregidor! LA NI
En el interior de aquella embarcación se notaba un esmero y una limpieza raros, y no se veía nadie a bordo, a excepción de un fraile, grueso y rechoncho, que llevaba un hábito azul y una cuerda ceñida a la cintura; pero el reverendo parecía presa de la mayor inquietud y angustia; armado de un enorme anteojo, lo paseaba incesantemente sobre el espacio que separa Santa María de la isla de León, lanzando a intervalos exclamaciones, lamentos e invocaciones que hubieran enternecido a un corregidor.
Tomó el dinero, y consoló a Tomás, diciéndole que él tenía personas en Toledo de tal calidad, que valían mucho con la justicia, especialmente una señora monja, parienta del Corregidor, que le mandaba con el pie, y que una lavandera del monasterio de la tal monja tenía una hija que era grandísima amiga de una hermana de un fraile muy familiar y conocido del confesor de la dicha monja; la cual lavandera lavaba la ropa en casa...
Estando todos acordes, llevan la lista de los que piensan nombrar al administrador, el que, si les parece bien, les dice que lo hagan así, y si alguno de los señalados tiene alguna tacha, o no es del gusto del administrador, les dice que aquél no conviene, y que señalen otro que tal vez el administrador les indica, o lo insinúa privadamente al corregidor, y así se hace.
Con nueva suspensión quedó el Corregidor de oír las discretas razones de la Gitanilla, y que ya, si no fuera por no dar indicios de flaqueza, le acompañara en sus lágrimas.
Palabra del Dia
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