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Actualizado: 21 de junio de 2025
Practicáronlo así, pero sin poder averiguar quien hubiese tocado, ni con que órden, lo que obligó al corregidor mandase apostar una compañia en cada esquina de la plaza, por si hubiese algun inopinado asalto.
Clara se opone porque su amante no participe de su vergüenza. Mientras tanto, vienen á la casa de Malec el corregidor Zúñiga y Don Fernando de Valor, otro descendiente de los reyes de Granada, que se ha hecho también cristiano, para anunciarle que, hasta la resolución de la contienda suscitada, ha de servirle su casa de cárcel.
Todos los comensales se pusieron de pie a la entrada, del corregidor, quien, sin hacer atención en el cacique don José Gabriel, se dejó caer sobre la silla que éste ocupaba, y el noble indio fué a colocarse a otro extremo de la mesa, sin darse por entendido de la falta de cortesía del empingorotado español.
¡Esto está hecho! dijo el Corregidor . Resta ahora saber, si es posible, quién son los padres desta hermosísima prenda. El padre respondió don Diego yo lo soy; la madre ya no vive: basta saber que fué tan principal que pudiera yo ser su criado.
Y así, prometí a don Diego y a todos los compañeros, de quitar una noche las espadas a la mesma ronda. Señalóse cuál había de ser, y fuimos juntos, yo delante, y en columbrando la justicia, lleguéme con otro de los criados de casa, muy alborotado, y dije: ¿Justicia? Respondieron: -Sí. ¿Es el corregidor? Dijeron que sí.
Los horizontes del primer cuadrante se mostraron aturbonados á la caída de la tarde. Los primeros destellos de la farola del Corregidor alumbraron, al par que rebasábamos Pulo Caballo, saliendo de la inmensa bahía de Manila por Boca grande.
Personas de todas edades y condiciones, cuanta gente volvía de pasear ó de la novena, se plantaba al pie del balcón hasta que nosotros nos retirábamos.... Y vea usted, qué demonio: en cuanto llegó á hacerse de moda en aquella calle la reunión del pueblo, nos prohibió tocar el señor Corregidor. Yo no sé qué se corría entonces por la ciudad sobre francmasonería.
Mandó el Corregidor que se descubriese el rostro, y porfiando a no querer descubrirse, llegó el alguacil y quitóle el pañuelo, y al punto le conoció su padre, y dijo todo alterado: Hijo don Diego, ¿cómo estás desta manera? ¿Qué traje es éste? ¿Aún no se te han olvidado tus picardías?
En seguida el verdugo, que era un negro esclavo del infeliz corregidor, le arrancó el uniforme en señal de degradación, le vistió una mortaja y le puso la soga al cuello.
Dió principio á este acto, el domingo 11 de setiembre despues del Evangelio, el obispo, prestando su juramento sobre un misal preparado en la capilla mayor. Sentado luego en una silla, fueron por su órden llegando los prebendados, capellanes, corregidor y veinticuatros, y juraron lo mismo en sus manos.
Palabra del Dia
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