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El vizcaíno, que así le vio venir contra él, bien entendió por su denuedo su coraje, y determinó de hacer lo mesmo que don Quijote; y así, le aguardó bien cubierto de su almohada, sin poder rodear la mula a una ni a otra parte; que ya, de puro cansada y no hecha a semejantes niñerías, no podía dar un paso.

Misia Gregoria, con un suspiro mucho más hondo que los otros, contestó que , que se irían a la estancia a fin de mes, si esto no se arreglaba. ¡Perfectamente! exclamó Angela atacando, en su coraje, todas las uñas a la vez, ¿y qué tenemos nosotros que ver con esto?

Como su carácter era algo arrebatado y su genio vivo, daba las órdenes gritando y con tanto coraje, que si no las obedeciéramos porque era nuestro deber, las hubiéramos obedecido por miedo... Pero al fin todo se acabó de repente, cuando una bala de medio calibre le cogió la cabeza, dejándole muerto en el acto. »Con esto concluyó el entusiasmo, si no la lucha.

Patiño se mordía los labios de coraje. ¡Los buenos tiempos! ¡El, que pensaba que nunca los había tenido mejores! Pero con su inmenso talento diplomático sabía disimular y sonreía también como el conejo. ¿Cuándo te han comprado esa pulsera? preguntó Pacita a Esperanza, reparando en una caprichosa y elegante que ésta traía. Me la ha regalado el general hace unos días.

No estaban allí a la sazón más que tres redactores. Uno de ellos era el traidor Sinforoso Suárez. Sin decirles una palabra, cayó sobre ellos a puñadas y puntapiés, con tal maña y coraje, que no pudieron hacer resistencia. Cuando alguno se levantaba del suelo, un tremendo revés a mano vuelta le tumbaba de nuevo.

Lívido de angustia y coraje, repuso: Yo me veré con el administrador. Es forzoso que tengamos paciencia. Vamos, estás más arrancao que árbol viejo. Engañado Quintín por la pausada entonación con que Carola le dijo esto, imaginó que el instante era favorable a un desbordamiento de lealtad, al cual ella forzosamente respondería con una explosión de ternura.

Cuando llegó a narrarle ciertos odiosos y terribles pormenores, el conde principió a dar vueltas por la estancia como fiera enjaulada, a mesarse los cabellos, a arañarse la cara, lanzando rugidos de coraje. Al quedarse solo, mil ideas, todas desatinadas, se le atropellaron en la mente.

Pero ella, tan animosa y enérgica dentro de su casa, tenía que retirarse bufando de coraje o llorando apenas se asomaba a la puerta. Todas las mujeres de las Claverías querían vengarse de su antigua servidumbre, puestas ya en la pendiente del desacato. Miradla gritaba la zapatera a sus vecinas . Siempre tan compuesta la tía fea.

El regidor Gaspar González Heredia, queriendo amortiguar el picante de aquella fisga, agregó con seriedad, dirigiéndose a don Enrique: Quizá el ejército del Duque no era suficiente para tamaña empresa, y hay quien presenta al Bearnés como hombre de mucho ardid y coraje, que pelea a la cabeza de sus soldados.

Ni su cabeza vendada y dolorida ni sus riñones derrengados podían abatir su coraje. En cada uno de sus asaltos desesperados hacía rodar por el suelo á algún enemigo, de tal modo que Lázaro del Condado, dejando su puesto, se lanzó á toda la carrera hacia aquel más lejano donde peleaba Toribión de Lorío.