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Actualizado: 9 de junio de 2025
Por eso y por cosas análogas hay tantos republicanos en la generación nueva; porque nos hemos convencido de que no queda otro remedio. Eso es muy peligroso: el pueblo no está preparado. Y como nadie le enseña nada, tiene él que aprenderlo a su costa. Es que hoy no hay virtudes cívicas.
Hombre de Dios, ¿necesitaré decir que, convencido desde el principio de la imposibilidad de establecer en el patio un campo atrincherado, tuve que retirarme a esta sala, y apoyar mi centro de retaguardia en aquel armario, para operar con el ala derecha?
El simpático viejo parecía contento; pero los achaques le pesaban cada día más, y ya en Abril no salía a la calle sino acompañado de un criado. En una de sus visitas habló a solas con su amiga, en términos tan paternales que a ella le faltó poco para llorar. Todo iba bien, perfectamente bien, y ya se habría convencido la chulita del valor de sus lecciones y consejos.
Discurriendo medios de entretenerse, Baltasar trajo a Amparo alguna novela para que se la leyese en voz alta; pero era tan fácil en llorar la pitillera así que los héroes se morían de amor o de otra enfermedad por el estilo, que convencido el mancebo de que se ponía tonta, suprimió los libros.
Pero ¡mardita sea! gritó Gallardo . ¡Descúbrete, condenao! Le miraba furioso, como si fuese a pegarle, convencido por una confusa intuición de que esta rebeldía iba a atraer sobre él las mayores desgracias. Güeno, me la quito dijo el Nacional con una fosquedad de niño contrariado, luego que vio alejarse la cruz . Me la quito... pero es al muerto.
La moderna necesidad de los baños de mar, dejando despoblado á Madrid los veranos, llenó de madrileños nuestra capital; y su buen tono, convencido de que para vivir á la moda era preciso salir á bañarse dió en irse á Ontaneda á remojarse en sus nauseabundas aguas; pues no era cosa de largarse á otro puerto de mar cuando tenía uno de los mejores en su casa.
Se había puesto en relación con los consignatarios del Mare nostrum, buscando por todas partes noticias de su padre. Al fin, convencido de que el capitán estaba ya de regreso á Barcelona, había partido á su vez el día anterior. Si llega usted doce horas antes, todavía lo encuentra aquí. El portero no sabía más.
Aquél es un gran país, más pequeño que la Argentina, pero rico, muy rico. ¡Lástima que sea la tierra de las revoluciones!... El uruguayo es bueno, caballeresco, aficionado a las cosas de pensamiento, pero demasiado valiente, demasiado guapo, convencido de que falta a su deber cuando se mantiene unos cuantos años sin salir al campo a matarse.
Don Francisco de Asís Carraspique era uno de los individuos más importantes de la Junta Carlista de Vetusta, y el que hizo más sacrificios pecuniarios en tiempo oportuno. Era político porque se le había convencido de que la causa de la religión no prosperaría si los buenos cristianos no se metían a gobernar.
Por fin se había convencido de que era un hombre; ya no sentía crueles dudas y sonreía satisfecho al recordar el aspecto del mocetón cayendo de rodillas y chorreando sangre. ¡Granuja!... ¡Hablar tan libremente de su novia! No; no quería arreglos con él. Al dar la vuelta a la llave oyó que le llamaban: ¡Menut! ¡Menut! Era Tono, que salía de detrás de una esquina. Mejor: le esperaba.
Palabra del Dia
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