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De cualquier manera que fuese, ya corriendo a gatas por entre las ramas de los pinos o tumbado de espaldas contemplase las hojas que sobre él se mecían, para él cantaban los pájaros, brincaban las ardillas y se abrían las flores suavemente.

Las dos fuimos Tan amigas, que pudieron Juzgar nuestros corazones Regidos de un movimiento, Que habia en un cuerpo dos almas, Ó estaba un alma en dos cuerpos. Por eso te amo como á blanca estrella Que resplandece en el inmenso cielo, Y que sin alcanzarla desde el suelo La contemplase siempre pura y bella.

De pronto Febrer sufrió una impresión de deslumbramiento, como si contemplase una luz extraordinaria nunca vista. Su cerebro pareció dilatarse, esparcirse, como una masa de agua que rompe el vaso opresor de piedra.

Luego, en cada una de sus arribadas, vió Ferragut un hijo nuevo, aunque siempre era el mismo; primeramente, un envoltorio de batistas y blondas sostenido por una nodriza endomingada; luego cuando ya era capitán del trasatlántico , un chicuelo con faldillas, mofletudo, de cabeza redonda cubierta de sedosa pelusa, tendiendo hacia él los bracitos; finalmente, un muchacho que empezaba á ir á la escuela y al ver á su padre agarraba su dura diestra, admirándolo con ojos profundos, como si contemplase en su persona la concreción de todas las fuerzas del universo.

Y sonrió por última vez a Ojeda, como si contemplase en él un socio futuro de las grandes empresas ofrecidas generosamente. Al verse libres los dos amantes de su verbosidad serena e inagotable, huyeron del banco, continuando el paseo.

Pirovani también estaba en su despacho, á la misma hora pluma en mano y con los ojos vagorosos, como si contemplase interiormente una visión ideal.

Adiós, chicos dijo entrando en el cuarto de Miranda vestido de viaje, con polainas de paño, un casquete de fieltro y terciada al hombro una escopeta de caza de dos cañones. Y como Miranda lo contemplase con tamaña boca abierta. Me he resuelto explicó . Vichy está demasiado tonto; y Anatole se empeña.... ¿Te vas a Auvernia?

Luego, al volver á la estancia, encontraba al viejo malhumorado, silencioso, mirando con fijeza ante él, como si contemplase algo invisible para los demás, y diciendo de pronto: «Es un castigo: el castigo de mis pecadosEl recuerdo de sus primeras relaciones con el alemán, antes de llevarlo á la estancia, le atormentaba como un remordimiento.

Y el ataúd abierto, que aguardaba para recibir al rey, estaba allí junto a su cama para que el rey le contemplase. Tremendos son los pormenores de aquella lenta agonía, relatados por el Sr. Danvila, así como por Cabrera de Córdoba y por otros historiadores. Baste aquí lo expuesto en resumen. D. Cristóbal de Moura, hasta que el rey exhaló su último suspiro, gozó de su plena confianza.