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Actualizado: 14 de julio de 2025


Salomón advirtió el mal de Echeloría, y Guadé advirtió el mal de Mutileder. Conferenciaron sobre ello. Se lo contaron todo. Buscaron remedio y no pudieron hallarle. ¿Qué hierba, qué elixir, qué talismán sería poderoso contra tan rara dolencia, que designaron con el nombre de dolencia de los dos amores? Presintieron los reyes que iban a perecer sus dulces amigos y se desconsolaron.

45 Estos [fueron] los contados de las familias de los hijos de Merari, los cuales contaron Moisés y Aarón, según lo mandó el SE

Las dos amigas ascendieron lentamente, cogidas por la cintura, aquella escalera, amplia, encerada, que tantas veces sus pies menudos de niña habían pisado. No tardaron en encerrarse en el antiguo gabinete de la hija de Estrada-Rosa para saborear la hora de las dulces confidencias. Entre besos y sonrisas y protestas de fiel amistad se contaron su vida durante aquellos cinco años.

Desalentado, en un momento de cansancio y de debilidad, me tendí al sol y quedé dormitando. Me despertó una voz y el ruido de los remos. Una trainera llegaba en mi auxilio. En ella venía Agapito, el novio de Genoveva, y otros marineros. Al verme tendido se asustaron, creyéndome muerto. Unos chicos de un bote contaron espantados en Lúzaro que habían visto fuego en Frayburu.

Mientras los extranjeros permanecían impasibles, ellos reían con sonoras carcajadas, echándose atrás en sus asientos. Y cuando el auditorio alemán permanecía frío, el cuentista apelaba á un recurso infalible para remediar su falta de éxito. A kaiser le contaron este cuento, y cuando kaiser lo oyó, kaiser rió mucho. No necesitaba decir más.

Y me contaron la cosa: después de la comida, en un solo apretón de manos, habían sentido todo el horror de su situación, y, no encontrando otra salida, habían resuelto morir aquella misma noche. ¡Cómo! ¿ también? En lugar de responder, ella saca del bolsillo un frasquito de aspecto enteramente divertido, con su cabeza de muerto sobre el rótulo. ¿Qué hay ahí dentro? Ácido prúsico.

Mi tranquilidad se vio turbada un día por la visita de dos ingleses, Blair y Dawson, los cuales me contaron una historia extraña sobre el secreto que les había sido dado, pero al principio yo no quise creer que hubiera nada de cierto en este cuento del tesoro escondido. Sin embargo, investigamos, y después de una exploración muy larga, difícil y peligrosa, conseguimos descubrir la realidad.

¡Crea usted que a me daba una alegría cuando lo contar!... Habría yo dado cualquier cosa por estar presente en aquella tragedia... Quite allá... es repugnante... Dos mujeres pegándose... Será lo que usted quiera; pero desde que me lo contaron, la bribona antigua se ha crecido a mis ojos y me parece menos arrastrada que la moderna. Este mundo, hija mía, está lleno de maldades.

Palabra del Dia

gallardísimo

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