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El poeta es irresponsable, porque sus teorías se realizan, no en el mundo real, sino en los espacios imaginarios y en un tiempo fantástico también. Mis escrúpulos de conciencia renacen a pesar de todo. ¿No podrá ocurrir que el poeta haga daño sin querer, que sea contagioso su delirio y que la gente adopte su programa como realizable en la práctica?

Los niños, demasiado tiernos para comprender por qué aquella mujer se encontraba separada del resto de sus semejantes, se arrastraban lo más cerca posible para verla ocupada con su aguja sentada á la ventana de su cabaña, ó de pie á la puerta de la misma, ó trabajando en el jardincito, ó paseándose en el sendero que conducía á la población; y al contemplar la letra escarlata en el seno de su vestido, emprendían la carrera con un temor extraño y contagioso.

Creo que Beatriz sigue queriéndome; pero el temor de que me pierda el cariño, la sospecha de que el alto concepto que de formó vaya rebajándose de continuo, me tiene constantemente sobresaltado. »El menosprecio es contagioso.

Afortunadamente, pensaba, nada se ha hecho aún. Se puede buscar otro expediente. El conde está enamorado y es padre; haré de él lo que quiera. Si es absolutamente necesario que se case para que legitime a su hijo, ya encontraremos otra enferma cuya muerte sea más segura y cuyo mal no sea contagioso.

La mueca de muda admiración, la mano que se encartucha como un anteojo, la que requiere las gafas y las va distanciando lentamente para volver a acercarlas, y toda suerte de frases e interjecciones de contagioso entusiasmo alternaban en derredor del caballete de taracea. El docto señor de Mújica exclamó por último: Es digno de Apeles y de Parracio.

Y todo cuanto he padecido ha sido injusto añadió ella prontamente, sorbiendo también una regular porción de aire, porque todo es contagioso en este mundo . No si me explicaré bien; quiero decir que a no me correspondía compartir las penas y la miseria de Tomás Rufete, porque aunque le llamo mi padre, y a su mujer mi madre, es porque me criaron, y no porque yo sea verdaderamente su hija.

Jacobo, creyendo con razón que el terror es contagioso, porque sentía él comunicársele el que a la dama le agitaba, procuró, sin embargo, sosegarla. Pero no seas tonta, mujer, no seas chiquilla... Vámonos si quieres, pero sosiégate. ¿No estoy yo contigo?... ¿Has venido sola?... . ¿Pero a pie?... ¡Qué locura! No..., tengo ahí un simón...

¡Bronca en el 3! gritaban alegrementeAhora riñen en el 5! Siguiendo el impulso contagioso de las muchedumbres, todos se agitaban y se ponían en pie, queriendo ver por encima de las cabezas de los vecinos, sin poder distinguir otra cosa que la lenta ascensión de los policías, los cuales, abriéndose paso de grada en grada, llegaban al grupo en cuyo seno se desarrollaba la reyerta.