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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Entonces leímos juntas las cartas, una tras otra, y, en cada una de ellas, en cada una de las frases sencillas y desmañadas, aparecía el corazón afectuoso de Roberto, su corazón de oro; arrojaba en nuestras almas abrumadas por el dolor una llamarada ardiente que nos consolaba y nos devolvía la alegría.
Otros dos habían perecido en el encuentro, junto a seis u ocho cosacos que quedaban tendidos en la nieve, con las piernas abiertas; todo fue abandonado, y los supervivientes se dirigieron a la casa del guardabosque. Frantz se consolaba, al fin, de no encontrarse en el Donon. Había despanzurrado a dos cosacos, y la vista de la casa le puso de bastante buen humor.
Durante el año y medio, que tan rápidamente hemos recorrido, el Comendador había vivido, ya en Villabermeja, ya en la ciudad en casa de su hermano; pero más en la ciudad que en Villabermeja. El afecto hacia Clara le atraía á la ciudad; pero, como Clara andaba muy distraída en sus amores y era muy dichosa, no consolaba tanto las melancolías del Comendador como su rubia sobrina.
Lo único que le consolaba era que hubiese quien se lo diera por comido, juzgándole como amante rumboso, pagano y favorecido. ¿Conque les serví de tapadera? decía sonriendo . ¡Tiene gracia! ¡Y yo me contentaba con mirarla... vaya, vaya! De lo segundo no te digo nada.
Raúl mismo se había dejado engañar, y al verla tan resignada, tan valerosa y tan tranquila, había experimentado un alivio mezclado de despecho... ¡Se consolaba, según él, muy fácilmente!
Acusaba al droguero de haberle vendido arsénico falsificado. En su dolor, descuidaba el servicio y se consolaba divagando alrededor de la villa. El objeto de sus paseos era siempre aquella linda propiedad de la cual había sido el dueño en esperanza. A fuerza de contemplarla la conocía hasta en sus menores detalles, como si se hubiese criado en ella.
Así se consolaba el patrón de no haber mandado en su vida mas que pesados y robustos laúdes, iguales á las naves de otros siglos, en los que llevaba vino á Cette ó cargaba cosas prohibidas en Gibraltar y la costa de África. Ulises no tardó en darse cuenta de la rara popularidad que gozaba su tío el Dotor, una popularidad compuesta de los más antagónicos elementos.
Se estrañaba, se ponía furioso de que sus proyectos encontrasen impugnadores, pero se consolaba con pensar que el hombre que vale enemigos tiene, y se vengaba atacando y desechando cuantos proyectos buenos ó malos presentaban los demás.
Usted vivía con ella, y la vigilancia, la crueldad de tres señoras ridículas y de un viejo extravagante impedían que la viera, que la socorriera, librándola de tantos martirios. Usted vivía allí, y no le hablaba, no le consolaba, no aparentaba quererla. "He aquí mi ocasión dije yo. Lázaro aparece á sus ojos como un ingrato: ¿no será posible que ella le desprecie?
No tenía tampoco doña Luz un corazón de cal y canto, sino un corazón muy compasivo y afectuoso; se dolía de los males y desgracias del prójimo, procuraba remediarlos, los consolaba a veces, y en esto consumía parte de su actividad.
Palabra del Dia
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