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La discusión fué larga y templada, y aunque las representantes del sexo débil abusaron de la palabra, no se oyó una más alta que otra, viniendo todas á un perfecto acuerdo tan luego como la digna Tintay lanzaba por entre olas de negra saliva su consabido osus-María-seff.

Un generoso compañero de viaje me suministró cuanto pude necesitar, sin tener ninguna garantía de mi parte, y su excelente familia me favoreció finamente y me abonó para obtener nuevo pasaporte; miéntras que, gracias al telégrafo, un estimable banquero de Madrid me hizo dar los fondos necesarios para volver á París. ¡Pero qué de diligencias y dificultades para lograr el consabido pasaporte!

En los años pasados desde el consabido acontecimiento, la gente marinera había ido confundiéndose en todo con la terrestre, así en ideas como en hábitos y costumbres. Lo cual no dejaba de exasperar á Tremontorio, y dábale á menudo ocasión de fulminar sus embreados apóstrofes sobre los pinturines pescadores que caían por su banda. En una de estas ocasiones le vi yo en el Muelle.

Inmediatamente dejó escapar el grito consabido, el que soltó ya hace tantos siglos la hija de Faraón al ver flotando por el río el célebre canastillo de Moisés. ¡Un niño! Momento de estupefacción y de curiosidad en los tertulios. Todos se abalanzan, todos quieren contemplar al mismo tiempo al expósito. Porque nadie duda un momento que aquel niño se hallaba allí expuesto intencionalmente.

Hecha mi oferta, me dijo Tintay que aquella noche me esperaba, pues se iba á conversar de la funcia. Más exacto que un cronómetro, me presenté en la casa de Tintay, quien tanto ella como su marido me recibieron con grandes muestras de contento. Después del consabido siente V. primero, frase en que el indio condensa y sintetiza todas nuestras salutaciones, me hice cargo de cuanto me rodeaba.

Don Silvestre Seturas tenía cuarenta años de edad, plus minusve, y era todo lo alto, robusto, curtido y cerrado de barba que puede ser un mayorazgo montañés que no ha salido nunca de su aldea natal más allá de un radio de tres leguas, cabalgando en el clásico cuartago, al consabido trote cochinero, como dicen por acá, ó al paso de la madre, expresándonos según los cultos castellanos ... de Becerril de Campos.

El empleado iba de un lado a otro amenazando con el consabido «capón». Todos adivinaban en Maltrana al enemigo, al pariente moralizador y molesto que se presenta a predicar la virtud. ¡Virtud a ellos, que eran unos hombres y estaban enterados de todo! No quiso Isidro prolongar por más tiempo la visita; además, el empleado que le servía de guía mostrábase impaciente.

El malagueño cambió su natural color aceitunado por otro algo más bajo; pero no pareció alterarse. Guardó silencio unos momentos, dio un par de chupetones al cigarro, que eternamente tenía entre los dientes; separolo después de la boca, soltó el consabido chorrito de saliva por el colmillo, quitó la ceniza con el dedo meñique y dijo tranquilamente: Vamo; uté quiere, por lo vizto, buya. Bulla, no.