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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Hombre muy docto en sagrada teología, versado en letras, de austero carácter y puras costumbres, era el reverendo Vilches, por todo lo cual estaba en el mejor concepto, no sólo entre la respetable comunidad, sino también entre cuantos lo conocían y frecuentaban su trato.

Les enseñaban una porción de términos y frases que no conocían, y se ponían al tanto, aunque fuese de un modo superficial, de ciertos problemas de la vida, enteramente cerrados para ellos... ¡Lástima que la afición al billar les impidiese escucharlas siempre! El estado de agitación y de cólera en que salió don Rosendo del Saloncillo, no puede ponderarse.

Tal vez esta severidad, más que propia, fuera atribuida y supuesta por los que conocían sus obras, pues en aquella época ya habían salido a luz las principales odas, las tragedias y algunas de las <i>Vidas</i>; Píndaro, Tirteo y Plutarco a la vez, estaba orgulloso de su papel, y este orgullo se le conocía en el trato.

Yo por mi parte no me admiro de lo que había, atendiendo a lo fértil de esta provincia y la mucha subordinación de los indios, que, con tenerles negado absolutamente el trato con los españoles, no conocían otra autoridad que la de los jesuitas, y así hacían cuanto querían de ellos.

Los pocos años de Leandra sirvieron de disculpa de su culpa, a lo menos con aquellos que no les iba algún interés en que ella fuese mala o buena; pero los que conocían su discreción y mucho entendimiento no atribuyeron a ignorancia su pecado, sino a su desenvoltura y a la natural inclinación de las mujeres, que, por la mayor parte, suele ser desatinada y mal compuesta.

Ya se sabía que al Vivero no se iba a otra cosa. Visitación, Obdulia y Edelmira también, eran las que conocían mejor los lugares más escondidos, dónde había puertas de escape, y todo lo que exigían aquellos juegos infantiles a que se entregaban, sin pensar en los muchos años que tenían varias de aquellas personas tan alegres. A don Víctor se le recibió en triunfo; triunfo burlesco.

11 Este es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. 13 Entonces viendo la constancia de Pedro y de Juan, sabido que eran hombres sin letras e ignorantes, se maravillaban; y les conocían que habían estado con Jesús.

Manos que no la conocían habían violado el secreto de su cuerpo... de aquel cuerpo que le despertaba por las mañanas con su roce de satén, cuando ella pasaba a gatas por encima de él para levantarse, poniendo un instante sus ojos sobre los suyos, confundiéndose las respiraciones de los dos.

Con la gravedad del caso, dijo a Coca su amor y su deseo de hacerla su esposa... Como lo conviniera con su hermana, Coca le contestó, muy conmovida, que aun no se conocían bien, ni estaba segura de su cariño.

Era vino de ricos, del que ellos no conocían. ¡Oh! ¡aquel don Luis era todo un hombre! Algo calavera; pero la juventud le servía de excusa y además tenía un gran corazón. ¡Todos los amos que fuesen como él!... ¿Pero, qué vino, compañero? se decían unos a otros, enjugándose los labios con el reverso de la mano.

Palabra del Dia

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