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Actualizado: 4 de octubre de 2025
María y S. Bartolomé; allí el castillo y palacio de los condes de Altamira nos trae á la memoria la magnánima defensa que contra la acometida del rey moro Mohammad hicieron los caballeros Alonso Perez de Saavedra su alcaide, el señor de Cañete Fernando Alonso de Córdoba, Payo Arias de Castro, señor de Espejo, y Juan Martinez de Argote, señor de Lucena.
En sus primeros años de vida en la Costa Azul, el elegante Lewis había adquirido por unos miles de francos las ruinas de una fortaleza señorial que guardaban la tradición dramática de guerras con los condes de Provenza, asaltos y asesinatos de familia.
Il sol de l'ánima Trascurrieron bastantes días. Octavio, alentado por la extrema confianza que los condes le otorgaban, no escaseó sus visitas á la Segada. La mayor parte de los días iba después de comer y volvía á la caída de la tarde. Alguna vez se quedaba hasta las diez ó las once de la noche. Entonces un criado de la casa salía acompañándole con un farol hasta el puente.
El primogénito permanecía siempre al servicio de la casa, y a los demás hijos varones los condes los dedicaban a la Iglesia, o los enviaban a que se ganasen la vida por el mundo. En mi familia ha habido bastantes abades, y no me sorprendería tener algún tío ricacho en América, sin yo saberlo. Mi abuelo era así como administrador de la casa de Valdedulla.
Lo peor era que los únicos negocios que le salían mal al banquero eran los en que tomaba parte su amigo. En las tertulias de éste, indefectiblemente llevaba la contraria en todas las peroraciones de don Mauricio, Gonzalo Quiroga, primogénito de los condes de Camposeco. Este mozo tenía un frontispicio poco simpático, y además era gangoso.
A los gringos les concedía el primer lugar para la invención de máquinas, para los barcos, para la cría de animales de precio, pero todos los condes y marqueses de la gringuería le parecían falsificados. Todo farsas volvió á repetir . Ni en tu país hay nobleza, ni tenéis todos juntos cinco pesos.
Presentóse nuevamente el criado, y dijo que tres señores que acababan de llegar de Vegalora deseaban saludar á los condes. Hágales usted entrar. Y á poco rato taparon el hueco de la puerta tres figuras provinciales, que es bien que describamos brevemente.
Fuera de que no se yo porque ha de tener nombre de Comedia, la que introduze sus personas entre Duques y Condes, siendo asi que las que más graves se permiten semejantes acciones, no pasan de Ciudadanos, Patricios y damas de mediana condicion. »Iva á proseguir el malicioso arguyente, quando atajandole don Alexo le respondio.
Los señores condes, ó los condes á secas, como pedía el señorito Octavio que se dijese. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Hecha la señal de la cruz, los condes se sentaron, desdoblaron las servilletas y acercaron las sillas á la mesa. Los niños continuaron en pie con las manos sobre el pecho murmurando una oración.
Los condes y marqueses deseosos de una heredera rica se agolparon en torno de miss Craven en los grandes hoteles, en las playas de moda y las estaciones invernales de Suiza. ¡Diez y nueve años, y sesenta millones de dólares!...
Palabra del Dia
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