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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Es más: siento á veces la satisfacción del que disfruta gratis las cosas; y cuando contemplo los paseos hermosos, cuando asisto á los conciertos y á las óperas y gozo la dulce paz de una ciudad en la que no hay miseria ni revolucionarios desesperados, me digo: «Esto lo pagan los jugadores y yo lo disfruto. Ellos pierden para que yo viva bien.»
Actualmente habitan una magnífica quinta con un gran jardín al extremo de uno de los arrabales, situados a poca distancia de Chambery; esta quinta es el centro de reunión de la sociedad más distinguida e ilustrada de aquella deliciosa población. Allí se dibuja, se pinta, se dan conciertos, se monta a caballo; es una especie de cantón inglés transplantado a Saboya.
Pasaban las señoritas formando grupos, lo mismo que en las plazas de las pequeñas ciudades alrededor del kiosco de los conciertos; pero les faltaba en este continuo girar el encuentro con los jóvenes, el acompañamiento de un amigo, miradas curiosas y simpáticas que las persiguiesen. Sólo quedaban ellas en la cubierta.
La Tiplona había vencido, y había vuelto a la ciudad en varias temporadas, y por último se había casado con un coronel retirado, dueño de aquella casa de la plaza del teatro, el coronel Cerecedo; y allí había vivido años y años dando conciertos caseros y admirada y querida del pueblo filarmónico, agradecido y enamorado de los encantos, cada vez más ostentosos, de la ex tiple.
Al fin se la otorgaron, pero fue para despedirle a los pocos días: la música de Juan no agradaba a los parroquianos del Café de la Cebada; no tocaba jotas, ni polos, ni sevillanas, ni cosa ninguna flamenca, ni siquiera polkas; pasaba la noche interpretando sonatas de Beethoven y conciertos de Chopín: los concurrentes se desesperaban al no poder llevar el compás con las cucharillas.
Y lo que es el coche, la elegancia, el condado, la renta de los 15.000, los conciertos del Buen Retiro y otra infinidad de circunstancias, nada tienen que ver con la naturaleza; están por cima de ella; pueden y deben calificarse de sobrenaturales, ya que van añadidas y como sobrepuestas a lo natural por la cultura del siglo.
El gobernador del príncipe soberano le conocía y quiso cederle el mejor lugar; pero Miguel se mantuvo en segundo término, por miedo á la curiosidad del público. Era un teatro sin pisos altos; una sala de espectáculos más ancha que profunda, con filas de butacas todas iguales y al mismo precio, y un escenario que servía para los conciertos y excepcionalmente para las representaciones teatrales.
En último término gente conocida, cuya presencia me podía conmover... Para hacerme recordar que yo había sido un simple pianista, aquí me aguardaban, batuta en mano, los directores de los conciertos y de la ópera; los profesores de la orquesta con sus instrumentos; los cantantes espada al cinto ó arrastrando colas femeniles, todos pintados y con peluca; las muchachas del cuerpo de baile con piernas de fresa pálida y gasas horizontales en el talle... Estaban prontos á gemir, previamente aleccionados por la empresa.
Respondieron que viniesen seguros, que con ellos se usaria lo mismo que con los turcos, y con mayores ventajas por ser cristianos. Vinieron hasta mil caballos buenos, y prestaron juramento de fidelidad debajo de los mismos conciertos que lo hicieron los turcos. Pusiéronse á órden de Juan Perez de Caldés.
Los músicos de los conciertos se convertirán en actores de una silenciosa pantomima; el campanero tirando de la cuerda, hará dar vueltas al metal mudo; las conversaciones se reducirán á gestos orales; los gritos de los brutos, no serán mas que abrir y cerrar bocas; pero el aire vibrará como antes; sus colunas vendrán á herir el tímpano como antes; todo existirá como antes: nada faltará en el universo sino una sensacion.
Palabra del Dia
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