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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Hundiose en los abismos del ayer la levita antigua, con toda su mugre, testimonio lustroso de luengos años de cesantía y de arrastrar las mangas por las mesas de las redacciones. Completaba el buen ver de la prenda un sombrero de moda, y el gran D. Basilio parecía un sol, porque su cara echaba lumbre de satisfacción.
Aparecía lo demás oscuro y solitario, teniendo todo ello un aspecto de inquietud, de vista panorámica, que completaba allá muy lejos, desde un cuarto piso, el sonido de un mal piano, en que unas manos aleves asesinaban la inmortal cavatina de Bellini Casta diva ché inargenti...
Junto a él estaba el ayudante, el que completaba su cuadrilla, un mozo pequeño y vivaracho, de simiesca agilidad, apodado Chispas, que no pensaba, como los otros, en el trabajo de los tejares, sino que, admirando a su maestro, deseaba continuar la caza todo el año.
Estaban los muebles en desorden y empolvados, las sábanas del lecho amarillentas y mal zurcidas, y sobre la colcha rameada, tumbado como un despojo, el Niño Jesús, calvo y tuerto, lleno de heridas y con la túnica desgarrada. La propia Carmencita completaba aquel cuadro de punzadora tristeza.
Al frente de ellos figuraba Celedonio, que en vida de Madariaga se había enriquecido ya sin otro trabajo que escucharle, repitiendo: «Así será, patrón.» Más de un millón de pesos representaban estas mandas en tierras y reses. El que completaba el número de los beneficiados era Julio Desnoyers.
Cepeda llegó a Cádiz, de sus montañas de Asturias, y entró de dependiente en un gran almacén de azúcar, de café y de cacao de la calle de la Aduana; luego se casó con la dueña, y ésta, al morir, le instituyó heredero único, con lo que quedó viudo y riquísimo. Cepeda era naturalmente tímido con su dinero; Menchaca le impulsó a los negocios y los dos ganaron millones. El uno completaba al otro.
La frente era espaciosa, con un mechón de pelo negro... En fin, que la Dura completaba la historia aquella expuesta en las paredes: era el Napoleón en Santa Helena. Cuando doña Lupe y Fortunata la saludaron, las estuvo mirando un rato, como si tardara en reconocerlas. Después las nombró. ¡Qué voz!
Un momento después el Galeón Amarillo completaba su evolución, el viento hinchaba las velas y escapaban todos al gravísimo peligro, huyendo de la amenazadora costa, entre las aclamaciones de marineros y soldados. ¡Dios sea loado! exclamó el capitán enjugando el sudor que le bañaba la frente.
Admirablemente calzada, aunque sin lujo, completaba su personalidad con la decencia de las botas, parte tan principal del humano atavío, que por ella quizás se dividen las clases sociales. Dieron las tres.
En los hombros de la chaqueta había dos estrechos galones de oro problemático, destinados a sujetar dos charreteras; y una espada vieja, colgada de un cinturón ídem, completaba este conjunto medio militar y medio paisano. Los años habían hecho grandes estragos en la parte delantera del largo y estrecho cráneo de este sujeto.
Palabra del Dia
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