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Acostéme y dormí; y con esto, a la noche, después de haber comido y cenado bien, me hallé fuerte y ya como si no hubiera pasado por nada. Pero, cuando comienzan desgracias en uno, parece que nunca se han de acabar, que andan encadenadas y unas traían a otras. Viniéronse a acostar los otros criados y, saludándome todos, me preguntaron si estaba malo y cómo estaba en la cama.

Los fantasmas han desaparecido en una niebla, las brujas comienzan a levantar un puente y parecen murciélagos revoloteando sobre el río, ancho como un mar. En la orilla opuesta está detenido el entierro. Canta otro gallo. ¡Canta el gallo pinto, ande el pico! Al través de una humareda espesa los arcos del puente comienzan a surgir en la noche.

Desde entonces comienzan a contraer la costumbre de las reservas y los misterios; toda palabra pronunciada en la mesa, por inocente que sea, tiene para ellos un sentido particular más grave; toda mirada que cambian es para ellos la señal de una inteligencia secreta.

Comienzan á hacer gran alboroto, En luengo de la playa ya corriendo, Ya al fuerte, que tenia todo roto, Las paredes y chozas abatiendo: Y viendo

El molinero y el arroyo comienzan su diálogo melancólico; el arroyo quiere consolar al molinero, pero éste no conoce más que una sola quietud, un solo reposo: ¡Ay! querido arroyuelo; tu intención es buena... Pero ¡ay! ¿sabes acaso el mal que el amor hace?

No os ocultaré cuánto me disgusta dejaros de obedecer en esto, por lo mismo que cuánto riesgo corremos de naufragar en nuestras esperanzas. El desdén con que los castellanos comienzan a mirar a los de la nación mía, y principalmente vosotros los hidalgos, cosa es tan dura, que hace temblar de rabia al menor de los vencidos, y de noble furor a la familia de los reyes.

Yo he recorrido ya el camino de mi vida y puedo considerarme llegado al término de un viaje tan largo y tan doloroso mientras que los demás comienzan ahora su peregrinación al través de la existencia, vislumbrando en lo venidero lo que yo ya he tenido en lo pasado. A esa edad no se muere, sino que se vive de amor, por el contrario.

¿Sabes que no noto en ti ningún cambio?... Te encuentro hoy tan ágil y tan fuerte como al salir de la Escuela. ¡Adulador! replica Delaberge, la verdad es que nuestros cabellos comienzan a blanquear y que llevamos cada uno veintiocho años más sobre la cabeza. En el fondo, sin embargo, le han halagado no poco las palabras de su camarada, sobre todo al ver que éste parece mucho más viejo que él.

En el océano Pacífico hay muchos volcanes apagados y sumergidos desde tiempos remotísimos, separados de los nuestros por millones de millones de años. Algunos de estos volcanes llegan con sus cimas casi hasta la misma superficie del mar. Los pólipos coralíferos ocupan esa cima y comienzan su construcción, elevándola gradualmente.

Irguiéndose de repente, entona la vieja y melancólica canción del molinero, la canción de la casa dorada que se alza «en lo alto de la montaña». Juan se estremece, y su voz tiembla. Acaban la primera estrofa y comienzan la segunda: Abajo, en aquel valle, El agua hace girar una rueda Que no muele más que el amor, Toda la noche y todo el día. La rueda del molino se ha roto...