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En este puerto de la Bahia sin Fondo seria mas practicable una colonia que en las islas de Malvinas, ó de Falkland, ó en los puertos Deseado, y de San Julian, por razon de la abundancia de leña y agua: de ser muy bueno para la agricultura, y capaz de mantener sus moradores.

Este mismo año, á 4 de Mayo, sucedió en San Rafael la fatalidad de haberse quemado el pueblo, por lo cual estaban medio alzados los gentiles que había en él, y se temían no se volviesen á los bosques, porque también se habían quemado los frutos de que se mantenían; pero al fin, con el favor de Dios se compuso todo, de suerte que este pueblo se pudo empezar á dividir el año de 1721, saliendo de él una colonia, que es la Reducción de San Miguel.

Los coches se alejaban; subían por la calle principal de la Colonia, sin algazara; las luces de los faroles se bamboleaban, se ocultaban y volvían a aparecer, cada vez más pequeñas... «¡Ahora callanpensó don Fermín. «¡Peor, mucho peor!». Los cascabeles volvieron a sonar como canto lejano de grillos y cigarras en noche de estío....

Y durante unos meses dejaba de pensar en ella, hasta que algunas alusiones de los primitivos habitantes de la colonia despertaban otra vez sus recuerdos. Al descender los peldaños de la estación vecina al Arco de Triunfo, olvidó completamente á su infeliz compañero y su temible esposa.

En verdad ella también creía sentir que Laura era su única amiga. En ese momento la imagen de Julio pasó por su espíritu, primero en la actitud inmóvil con que escuchara, las manos en los bolsillos, como si estuviera solo, la conversación sobre la abuela, y luego su cara de ingenuidad y de dolor, mientras empapaba su pañuelo en agua de colonia. ¡Cómo lo adoró, en ese instante!

Y aun esos dos objetos, que son las glorias de Colonia, no lo son sino á médias, puesto que, por una parte, la catedral nunca ha sido terminada, y por otra el nombre sacrosanto de Juan María Farina es casi por entero una mistificacion. Es curioso observar cómo los antídotos están siempre al lado de los venenos ó males que deben combatir.

La pulcritud de las casas y calles de Basilea, como de todo mobiliario, es admirable. Se diría que allí vive una colonia de Holandeses, eternamente ocupada en las faenas del cepillo, la esponja y la brocha.

No hay para qué advertir que este detalle sonó en la colonia elegante y desocupada mucho más recio que la estocada y los motivos de ella.

» ¡Te amo, Amaury! »Esta doble exclamación abrió nuestras almas y ambos leímos a un tiempo en nuestros corazones, rebosantes de amor. »¡Ay! ¡Qué mal hago, Antoñita, en evocar estos recuerdos! ¡Son muy gratos, pero son muy dolorosos también! »Tenga usted la bondad, cuando me conteste, de dirigirme la carta a Colonia, desde donde le escribiré mi próxima. »¡Adiós, hermana mía!

Entre los numerosos edificios religiosos de Colonia ninguno llama la atencion en presencia de esa catedral admirable que los eclipsa á todos.