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Actualizado: 15 de octubre de 2025
El caballo del patrón volvió un anochecer con paso tardo y sin jinete. El viejo había rodado en una cuesta, y cuando lo recogieron estaba muerto... Así terminó el centauro, como había vivido siempre, con el rebenque colgando de la muñeca y las piernas arqueadas por la curva de la montura. Su testamento lo guardaba un escribano español de Buenos Aires casi tan viejo como él.
Con frecuencia curvaba jóvenes árboles para formar toldos de verdura o bien los agrupaba en pórticos, colgando de ellos frescas guirnaldas de enredaderas con sus hojas como lanzas de hierro brillantes aún por el rocío. Quizás un día, pensaba, la conduciré bajo mis glorietas, la haré pasar bajo mis bóvedas de flores y la coronaré con mis enredaderas.
Cual indio de la balsa se arrojaba Por ir nadando á tierra codicioso; Cual vuelve dó la balsa se anegaba En busca del Señor que está lloroso. Las indias dicen todas que llamemos A nuestro Dios, pues todos perecemos. Los caballos ya sueltos van nadando. Y no tienen peligro, sino afierra El cabo en parte alguna, que colgando Le llevan por el agua hasta tierra.
Era cosa de ver aquella mujerona descalza, desgarrada, melenuda, despidiendo de sus ojos fiereza, con un lío bajo el brazo y las botas colgando de una mano. Las pocas personas que por allí pasaban, miráronla con asombro. Al llegar junto a los almacenes de la Villa, pasó junto a varios chicos, barrenderos, que estaban sentados en sus carretillas con las escobas en la mano.
No me he hecho nada se dijo . Al pasar por cerca de la fuente de la plaza tiró el resto de la cuerda al agua. Luego, deprisa, se dirigió por la calle de la Rua. Iba marchando volviéndose para mirar atrás, cuando vió a la luz de un farol que oscilaba colgando de una cuerda dos hombres armados con fusiles, cuyas bayonetas brillaban de un modo siniestro. Estos hombres sin duda le seguían.
Pase usted... señor. Buenas noches, caballero. Saludaba con humildad, con aquella voz trémula que hizo reír a Yáñez, y al quitarse el sombrero descubrió una cabeza pequeña, cana y cuidadosamente rapada. Era un cincuentón obeso, coloradote; la capa parecía caerse de sus hombros, y un mazo de dijes colgando de una gruesa cadena de oro repiqueteaba sobre su vientre al menor movimiento.
Intervinieron los circunstantes, intervino después un agente de orden público, pero no fue posible que García soltara su presa y salió colgando de ella a la calle empujados por el agente y otros guardias que acudieron a secundarle. Poco después era conducido ignominiosamente a la Prevención.
En un café de mesas coloradas, con letras moras en las paredes, los aissauas, que son como unos locos de religión, se sacan los ojos y se los dejan colgando, y mascan cristal, y comen alacranes vivos, porque dicen que su dios les habla de noche desde el cielo, y se los manda comer.
¿Y aún te atreves á hablar, vaca floja?... ¡Una mujer que sólo ha sabido darme hembras! Vergüenza debías tener. La misma mano que extraía negligentemente de un bolsillo los billetes hechos una bola, dándolos á capricho, sin reparar en cantidades, llevaba colgando de la muñeca un rebenque.
Sofía me miró con risueño asombro. ¿Federico? ¿Mi marido? Es una idea original. ¡Inténtelo usted, amigo, inténtelo!... Tiró de la campanilla y dijo al criado: Ruegue usted al señor que baje al salón. Momentos después me vi entrar un hombre gordo, subido de color, cabello gris, bigote recio, anchas manos colgando de unos brazos rígidos y aspecto general de mozo de carga.
Palabra del Dia
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